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miércoles, 2 de marzo de 2011

Capítulo 24: La otra cara

Aranel caminaba a su lado con paciencia. Estaban cerca el uno del otro, mas no llegaban a tocarse. Ninguno hablaba, tampoco era necesario, porque a pesar de que no se llevaban bien el silencio no era incómodo. Ella miraba a todos lados con gesto desinteresado.

—Aún es muy temprano para ir al cine —musitó dirigiéndose a un puesto de perritos calientes. Pidió dos, cuando el vendedor le dio el pedido, tendió uno a la chica.

—¿Sabes cuántas posibles enfermedades o infecciones pueden producir estas cosas? —inquirió, aun así le dio una mordida. Él se encogió de hombros con desinterés y siguió caminando.

—Tenemos que morir de algo —balbuceó sentándose en una banca.

—Sí, pero hay cosas que se pueden evitar —replicó ella viendo que él daba el último mordisco a su comida.

—Da igual —replicó echando la cabeza hacia atrás—. Tampoco es que a muchos les importe si me muero —susurró viendo el cielo—. Además, sí fuera tan malo como dices no estarías comiéndole —contrarrestó.

—Sí los hay —replicó con el ceño fruncido—. Otra cosa es que no te des cuenta por andar pensando en quién sabe qué. Si tuvieras un poquito más de conciencia en los que te rodean te darías cuenta que Jonathan haría lo que fuera por ti, Mailen le gustaría que la abrazaras y escucharas, y Christopher, aunque lo saques de quicio, te aprecia —declaró fijando sus ojos de color miel en él, con claro reproche.

David la miró asombrado. Jonathan muchas veces se lo dio a entender, mas nunca de aquella manera tan directa, y ahora venía ella a recriminárselo siendo que cuando hablaban sólo era para pelear. Prefirió ignorarlo.

—Además, puedo hacer lo que me dé la gana. Yo sí podría decir que no muchos me extrañarían, al fin y al cabo tú tienes familia. No sabes lo que es perder a alguien y quedarte casi vacío.

—Sí, lo sé —cortó él fijando su mirada en ella, que comía con parsimonia. Como respuesta ella alzó las cejas y le dirigió una mirada de duda. Bufó antes eso, le produjo una gran curiosidad porque nunca había escuchado nada de sus padres o que tuviera más familia aparte de Erika—. ¿Entonces a quién perdiste? —inquirió con fingido desinterés, pero Aranel era una chica lista y no estaba dispuesta a hablar a menos que consiguiera algo a cambio. Entrecerró los ojos con sospecha y habló:

—Hagamos un trato, tú me dices a quién perdiste y yo te respondo —ofreció estirándole la mano para cerrar el trato. David la estrechó, nada perdía, la mano de Nel era pequeña comparada con la de él.

—Perdí a la chica que más amaba —contestó e hizo una pausa antes de continuar—, pero la encontraré de nuevo y esta vez no dejaré que me la arrebaten —aseguró hablando más consigo mismo que con ella.

—Mis padres y mi hermano —musitó ella antes de que la interrogara—. Fue hace dos años y medio —balbuceó sin hacer ningún gesto especial—. Luego me separaron de Erika y me quedé sola —contó y fue incapaz de renegar algo o al menos hilvanar una idea inteligente—. No vayas a decir «lo siento», porque la verdad siempre me dicen eso y estoy cansada de escucharlo —atajó levantándose y caminó con las manos en los bolsillos, indiferente.

David la siguió sin animarse a acercarse mucho.

—Me gustaría tener una familia como la que tienes tú, aunque no la veas está ahí —declaró ella con una mirada melancólica. Dio un hondo suspiro porque eran esos momentos los que debilitaban su voluntad de hierro. Apretó los parpados con fuerza y le dio la espalda, porque no iba a romperse ante nadie, mucho menos ante un conocido desconocido.

David puso sus manos en los hombros de ella y le dio media vuelta y la abrazó por instinto.

Se la pasaron el resto del día juntos —aunque al final no fueron al cine—, era relativamente fácil hablar entre ellos, mas no dejaron de pelear y tener discusiones, a veces hasta ridículas. Ella aún lo llamaba idiota, porque nadie iba a sacarle esa idea de la cabeza, era demasiado terca.



Alejandro sonrió burlón mientras veía a ambos chicos por la fuente. Pobre David, no se daba cuenta de que estaba muy cerca de su querida novia, aunque de igual forma todo terminaría como la última vez. Lo tenía todo planeado. No como sus contrincantes que se pasaban buscándose los unos a los otros. Esta vez conseguiría acabar con ellos, conseguir los poderes de ambos y cumplir su ansiado sueño.

Uno de los tantos demonios que trabajaban para él se acercó, informándole que localizaron nuevamente la presencia de Catherine, ganaría. No quedaban dudas.



—¿Pasa algo? —inquirió Jonathan al ver que su novia hacia una mueca.

Negó con la cabeza y sonrió a pesar de que era falsa, sentía una gran angustia, como si en verdad algo estuviera mal, muy mal. Él le dio un pequeño beso y siguió caminado a su lado. Miró a su alrededor, tratando de saber que era esa extraña sensación. Al no ver nada raro se resignó.

Mientras Erika lo seguía con la mirada, desde la esquina de un callejón con su usual mochila rosa y el ceño fruncido. La figura fantasmal de su hermano estaba a su lado, indicándole que era hora de irse.

—¿Estás seguro? —inquirió ella con preocupación.

—No podemos intervenir en todo, sólo arreglar un poco las cosas a favor de ellos. Cada quien debe enfrentar su destino —replicó ofreciéndole una sonrisa—. No buscamos detener lo que pasará, sólo darles un tiempo de ventaja —musitó acariciando su cabello. Transformó su presencia en viento y rodeó a su hermanita.

Con él rodeándole volvió a su casa. Su hermano podía decir que todo estaba bien pero sentía aquella inquietud que le revolvía el estómago.

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Por cierto tengo nuevo blog

1 Plumas:

Unknown dijo...

por fin aranel y david pueden estar mas de 5 minutos sin pelear jajaja
Y que es lo que planea alejandro?
Me encanto el capitulo espero ansiosa el proximo.
Que andes bien,beso

 

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