Para una correcta visualización de las letras, te recomiendo instalar esta fuente.

Para ver mi otro blog, mis proyectos y divagues AQUI
Para hacer cualquier otra pregunta AQUI

miércoles, 30 de marzo de 2011

Capítulo 28: Empieza la guerra

David suspiró cansado, Aranel estaba a su lado, aunque iba tan silenciosa como él. Cuando llegaron al edificio que vivían Nel, siguió derecho y él subió por el ascensor.

—¡David! —gritó Jonathan sorprendido—. Te estaba buscando —comentó acercándose—. Hay algo que tengo que decirte —susurró entre sorprendido y confundido, es qué las noticias que había recibido de los de arriba lo tenían impresionado—. Es sobre Catherine.

—Eh, mejor me buscas más tarde tengo algo que hacer —balbuceó alejándose y es qué no estaba listo para enfrentarse a la verdad, mucho menos a su amigo. Metió las manos en los bolsillos y siguió caminando con la cabeza gacha hacia el departamento.,

—Vale —replicó con el ceño fruncido. David nunca lo dejaría si decía el nombre mágico Catherine, era extremadamente raro—. ¿Estás bien? ¿Te pasa algo? —interrogó siguiéndolo.

Negó con la cabeza, no tenía ganas de contestar, estaba enojado con el mundo, pero no con Jonathan —que no tenía la culpa de nada—, no iba a enojarse con él o contestarle de mala manera. Era la única persona que nunca le dijo mentiras y siempre lo apoyó.

—Déjame solo —pidió abriendo la puerta—. Sólo he tenido un mal día —musitó poniéndole una mano en el cabello y despelucando un poco, finalmente entró y dejó a su mejor amigo en el pasillo.

Frunció el ceño porque hacía mucho tiempo David dejó de hacerlo.



Catherine sonrió al ver por la ventana que todo estaba bien, Erika seguía intacta, sonrió. Bryan no podía estar cerca, a diferencia de ella que por ser lo que era Alejandro no la detectaba. Atravesó la pared como si nada y se acercó a la cama, la pequeña la observó sorprendida, y es que no la veía desde hace mucho.

—Me encanta verte de nuevo, pequeña, aunque ahora tengas otra apariencia —susurró con una sonrisa.

—No puedo creer que estés aquí —tartamudeó la niña, jamás imaginó volver a tener a Catherine nuevamente frente a ella, justo como la recordaba, los ojos y el cabello melado, el vestido blanco con el que murió, el día que vio un dolor como ninguno otro—. ¿Haciendo tus jugarretas de nuevo? —inquirió sentándose mejor en la cama.

Catherine sonrió y empezó a desaparecer, ya que sintió Alejandro se acercaba, el olor a flores quedó impreso en la habitación, como recordatorio de que estuvo allí, y se escuchó eco de su voz diciendo: «Es un secreto, pero pronto, muy pronto…».



Mailen sonrió con maldad mientras arrastraba a Nel por la calle, sólo quedaba una calle para llegar a casa de sus tíos, donde también estaban sus padres. Su amiga tenía el ceño fruncido, hacía mucho tiempo que no visitaba a los padres de Chris, ellos que la apoyaron tanto cuando perdió a su familia y el hermano de su padre se convirtió en una ave rapaz al acecho.

Dio un hondo suspiró antes de cruzar el umbral de la puerta.

—Aranel —exclamó efusivamente la madre de Christopher, la abrazó quitándole el aire. Con una enorme sonrisa la hizo pasar. Se fijó en el motón de extraños que había y reclamó a Mailen, que la ignoró y se acercó con timidez a una pareja.

Enarcó una ceja al ver el comportamiento de la chica, podía ver el nerviosismo y ansiedad en su mirada, ella siempre era tan extrovertida y ahora…

La vio hablar y sonreír, pero luego sus ojos se apagaron, regaló una sonrisa falsa y dio media vuelta para regresar a su lado.

—¿Te sientes bien? —interrogó cruzando los brazos sobre su pecho.

—¡Sí! —dijo con energía que no sentía.

Mailen le cogió el brazo y la arrastró de un lado a otro presentándole a su familia, aunque no se acercó a esas dos personas, por más que intentara caminar hacia ellos la llevaba al otro lado de la habitación.

Abrió los ojos con sorpresa al ver a David cruzar la puerta, se había cambiado de ropa y tenía una cara de increíble seriedad, pasó de ellas y se dirigió directamente a la pareja que evitaba Mailen.

—¿Quiénes son? —preguntó con curiosidad. Mailen dio un rápido vistazo.

—Mis padres —respondió con seriedad. Se mordió el labio inferior y dio un suspiro resignado antes de volver a hablar, pero empezó a dolerle la cabeza horriblemente.

—Mai —llamó al ver que se apretaba con fuerza.

—Duele —tartamudeó sosteniéndose. Volteó a ver a David debido a que era el que más conocía y vio que estaba en peor estado, sosteniéndose la cabeza y apretándola con fuerza.

Mailen abrió sus ojos, tenía las pupilas empequeñecidas, la esquivó y se dirigió a una de las mesas, se tiró encima de ella al ver que cogía un cuchillo. Los invitados voltearon a verlas extrañados por el comportamiento de ambas chicas, negaron con la cabeza de forma reprobatoria cuando sacó a su amiga al jardín.

—¿Qué rayos crees que haces? —gritó exasperada porque no parecía escucharla e intentaba volver a dentro.

David se acercó a ellas, tambaleándose por el dolor que sentía y aquella presencia que lo confundía. Mailen se le echó encima, asustado retrocedió, sobre todo cuando vio que los ojos de su hermana estaban dilatados y empezaban a ponerse rojas las pupilas.

Comenzó una guerra entre los tres, Aranel intentaba quitársela de encima al igual que él, pero aquel maldito dolor de cabeza le impedía moverse con fluidez y su hermana intentando clavarle las uñas en el cuello…

Aranel terminó por jalarla del brazo y quitársela de encima, intentó pronunciar aquellas palabras que lo trasportarían antes de que Mailen volviera a atacarlo, pero su intento fue en vano ya que para cuando las dijo lo tenía agarrado del cuello de nuevo. Hubo un destello de luz y aparecieron en aquel campo lleno de flores.

David logró quitársela de encima debido a la confusión; Aranel estaba por ahí desorientada y perdida, fijándose en su alrededor. Mailen terminó por caer al suelo, inconsciente.

—¿Qué rayos está pasando aquí? ¿Dónde estamos? —exclamó cada vez más nerviosa. Se fijó en el bosque que estaba un poco alejado, las flores se acababan a medida que se acercaba al barranco que daba final a todo, podía escuchar el golpear del agua contra las rocas, como en sus sueños—. Este lugar no existe —exclamó asustada, temía que aquella chica volviera a aparecer y la hiciera caer.

David tosió un poco y se levantó con dificultad. El dolor cesó cuando escuchó los pasos detrás suyo.

Alejandro sonreía con maldad, a sus espaldas un montón de demonios que salían del bosque. Abrió sus ojos con sorpresa, cayó redondito en la trampa.

—Volvemos a encontrarnos —musitó con una mueca sardónica—. ¿Quieres que te dé tiempo para llamar a tu amigo y el ángel para que ambos vean morir de nuevo a la chica? —inquirió con maldad—. Te diría que a tu amiguita, pero creo que ella te abandonó

—No será necesario, ya estamos aquí.

 

Template para blogger por May Abiatti para Plumas Azules