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miércoles, 26 de octubre de 2011

Capítulo 18: Niñerías


—¿Qué haces aquí? —preguntó Anthony riendo al ver a su mejor amigo entrar con una mueca molesta y la mejilla roja. Evangeline salió de detrás de Jared, Anthony esbozó su sonrisa más encantadora, pero ella solo frunció el ceño,  así que dejó de sonreír e imitó su expresión.

Evangeline alzó la mano dispuesta a golpearlo, por su culpa no tenía trabajo, pero Jared la detuvo en el aire con un suspiro.

—Se lo merece —masculló enfadada sin bajar la mano. Anthony los observó muy tranquilo, volviendo a sonreír.

—Créeme, lo sé mejor que nadie, pero no vinimos a eso sino a que te revise la mano –explicó.

—¿Qué tiene tu mano? —interrogó Anthony acercándose, colocándose en su faceta de doctor.

—Nada, y mucho menos que a ti te importe —espetó Evangeline soltándose de Jared. Se alejó de Anthony como si fuera el mismísimo demonio. Jared le agarró el brazo cuando ella quiso salir, quería irse a casa y dormir, le empezaba a desesperar la actitud de ella.

—Deja de ser tan infantil y orgullosa. Anthony te revisará, no te dejaré salir de aquí hasta que lo haga —masculló enfadado.

—Uy, alguien está enojado —comentó Anthony risueño, ambos voltearon a verlo con miradas asesinas y él se limitó a alzar la mano y hacer un símbolo de paz y amor—. Deberías hacer lo que dice, cuando se pone así ni yo lo contradigo.

—Pues no soy tú —replicó enfadada—. No quiero que me revises la mano, además no tengo nada.
Jared entrecerró los ojos, ella lo observó desafiante.

***

Jared miraba por la ventana mientras Anthony le terminaba de vendar la mano a Evangeline. Él estaba muy sonriente mientras ponía el broche para que la venda se quedara en su lugar, había sido divertidísimo escuchar la discusión de esos dos y ver las miradas que se lanzaban.

—¿Ves? No dolió nada —dijo como con una sonrisa burlona hablándole como si fuese una niña pequeña. Ella contestó con una mirada fría, se levantó del asiento mascullando un «gracias», dispuesta a irse.

—Hoy no almorzaré contigo —murmuró Jared saliendo detrás de Evangeline. Ella caminaba rápido por los pasillos, claro que no lo suficiente, pues Jared la alcanzó al llegar a la salida—. ¿Dominic ya casi sale, verdad?

—Sí —asintió ella suspirando con desasosiego cuando él la dirigió de nuevo al auto—. ¿Por qué no me dejas en paz? —preguntó subiendo al auto y abrochándose el cinturón—. Tú por tu lado y yo por el mío, ambos felices —murmuró.

—El problema es que estamos casados y francamente estoy aburrido de este jueguecito.

—No sé de qué hablas —replicó ella pasivamente mirando por la ventana.

—No soy estúpido, Evangeline. No me casé contigo por la empresa de tu padre, no soy tan avaricioso para unir mi vida a la de alguien por dinero, hay cosas más importantes.

—¿Cómo qué? —interrogó mirándolo con curiosidad fingida, pero sus ojos delataban la burla.

—El amor —respondió muy serio. Ella enarcó una ceja.

—¿Ahora vas a decirme que te enamoraste de mí? —bufó—. Además ¿sabes los índices de divorcio que hay? —replicó ella incrédula cruzándose de brazos—. Las personas que un día se aman, al otro se odian, se engañan, se enamoran de otros y a esos también terminan odiándolos. Es ridículo. —Jared suspiró, puede que aquello fuera verdad, pero no para todo el mundo, desde su punto de vista habían personas a las que sí les funcionaba—. El único amor real es el de la familia, si es que le importas a tu familia —masculló por lo bajo.

—¿George se divorció de tu madre? —preguntó.

—Él nunca se ha casado —replicó mirando por la ventana—. Tienes que dar la vuelta  a la derecha en la próxima calle —dijo para desviar el tema. Evangeline casi no recordaba a su madre, solo sabía que si ella no hubiese muerto jamás habría conocido a George, pero su tío (por mucho que hubiera querido a su hermana) no estuvo dispuesto a cumplir con su última voluntad, la entregó en cuanto el funeral acabó y su vida se convirtió en una de las tantas responsabilidades de George que delegaba a alguien.

—Llegamos —anunció Jared sacándola de sus pensamientos.

Evangeline se bajó del auto y buscó entre el montón de niños que corrían como locos a la salida, todos lucían la ropa sucia,  las camisas por fuera del pantalón, las mochilas colgándoles de un brazo o siendo arrastradas en el pavimento.

—¡Dominic! —exclamó al reconocer los rizos de su cabello castaño casi imposible de peinar. Repitió su nombre de nuevo.

El infante al verla echó a correr hacia ella, empezando con su saltos nerviosos por todos lados, ya que eran raras las ocasiones, por no decir inexistentes, en que su madre iba a buscarlo al colegio.

—¡Mamá! —gritó lanzándose sobre ella. Evangeline lo cargó y le plantó un beso en la mejilla, provocando que el niño se riera.

—¿Ella es tu mamá? —curioseó Greg que estaba con Dominic, como era ya costumbre, y que también había salido corriendo al ver que su amigo lo hacía—. Es muy joven —comentó sonriendo—, pero es genial que no tenga arrugas. Mi mamá las tiene —murmuró acercándose mucho, como si les contara un secreto—, pero no se le notan porque usa un montón de maquillaje, tiene muchísimos frascos en su tocador, algunos huelen rico y otros horrible, además tienen colores extraños —musitó pensativo—. Como aquella que se pone en las noches. Una vez fui a buscarla porque no podía dormir y tenía la cara verde, me dio tanto miedo que grité y corrí, fue a buscarme a mi habitación y me dijo que era ella, casi no le creí, pero se quitó la cosa verde y viscosa, y sí —dijo tocándose las mejillas imitando lo sorprendido que se quedó aquel día—. ¡Oh! ¡Es cierto! No me he presentando —exclamó agarrándose el cabello como si hubiera cometido un pecado capital—. Aunque supongo que Dom le habrá dicho que soy su mejor amigo, bueno el único, así como él también es mi único amigo aquí, pero no importa porque Dom es genial. Mi cumpleaños es este fin de semana ¿va a dejarlo ir, verdad? ¿Verdad? —inquirió moviéndose inquieto alrededor de ambos.

—Claro —balbuceó Evangeline.

—¡Genial! Nos vemos en mi fiesta —gritó corriendo para subir al auto de su padre que ya empezaba a impacientarse.

—¿En serio puedo ir? —preguntó Dominic jugueteando con el borde de la camiseta. Evangeline asintió mientras intentaba arreglarle un poco la ropa. Dominic observó la venda en la mano cuando lo hacía—. ¿Qué te pasó? —interrogó el niño frunciendo el ceño.

—Nada de lo que debas preocuparte —contestó acariciándole la mejilla. Dominic entrecerró los ojos, insatisfecho con la respuesta—. Jared nos está esperando —susurró esperando que el niño se distrajera. Conocía mejor que nadie lo curioso y rápido que era Dominic para hacer deducciones cuando algo no estaba bien desde su punto de vista. Evangeline lo bajó y le cogió la mano, él volvió a dar saltitos inquietos, sobre todo al ver a Jared, se le iluminaron los ojos y salió corriendo.

—¿Cómo estás? —interrogó cogiéndolo y alzándolo en el aire. Dominic hizo una exclamación de sorpresa y se echó a reír.

—Bien, ¡me han invitado a una fiesta de cumpleaños! —exclamó muy feliz.

***

—¿Dom, qué pasa? —preguntó Gregory al verlo en una esquina. Tenía un gorro de fiesta rojo en espiral lleno de escarcha, que hacía resaltar el estampado de autos de su camiseta—. ¿Te aburres? —inquirió medio triste.

—No —respondió negando con la cabeza, provocando que la punta bailara. Gregory se rió—. Es solo que tengo que hacer algo, pero… tendría que escaparme del colegio, porque mi mamá no me dejará averiguarlo si se entera.

A Gregory le brillaron los ojos.

—Vamos —animó quitándose el gorrito de fiesta.

—Es tu fiesta —replicó negando con la cabeza—. Todo el mundo se dará cuenta.

Gregory esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

—Eso lo hace más divertido. Entre ir a una misión súper secreta y quedarme a romper la piñata, prefiero la primera opción —alegó cogiéndole la mano, le quitó el gorro de la cabeza y lo empezó a jalar hacia el jardín—. Sé por dónde podemos salir, cuando el balón se pasa la cerca me escapó por ahí —explicó riendo, se arrodilló y se metió debajo de la mesa del pastel, siguió por la de los bocadillos y llegó hasta el jardín.

Dominic se resignó a siempre terminar entre arbustos de rosales cuando Gregory se agachó y los atravesó.

1 Plumas:

Eli dijo...

Me ha encantado!! ¿A donde irán esos pequeñajos? ¿Y por qué Anthony quiso que Evangeline perdiera su empleo? ¿Para que pasara más tiempo con Jared?
Ojalá Evangenline vea lo tierno que es Jared con Dom, es tan mono!

Espero el siguiente cap!!!!

 

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