Gregory se pegó a la pared, se
asomó a la esquina. Un carro pasó, así que se abalanzó sobre Dominic, que
caminaba tranquilamente por la calle desierta, ambos rodaron por el suelo hasta
quedar ocultos por un basurero.
—Eso estuvo muy cerca —murmuró
Greg con su voz de súper espía. Dominic se sobó la cabeza, se había golpeado
con el basurero—. Tendremos que tener más cuidado o podrían descubrirnos
—musitó muy bajo. Dominic rodó los ojos, se sacudió la ropa y se levantó,
empezó a caminar como si nada por la acera—. ¡Dom, ¿qué acaso estás loco?! Nos
descubrirán —protestó jalándolo para que se pegara a las paredes como él estaba
haciendo. Miró para todos lados, fijándose en que nadie los estuviese
siguiendo.
Un perro, que llevaba un buen
rato emitiendo gemiditos tristes
mientras veía a los niños, se salió del jardín de sus dueños, fue tras
los niños y empezó a ladrar.
—¡Oh, no! Nos han descubierto
¡Retirada! —exclamó Gregory muy alto y le agarró la mano para correr.
El cachorro creyó que estaban
jugando, así que corrió tras ellos.
—¡Vete a casa! —espetó Dominic
deteniéndose. Gregory siguió jalándolo. El cachorro ladró de nuevo a modo de
protesta, se movió a un lado y a otro, invitándolos a jugar—. ¡Vete! —repitió, el perro bajó la cola y dio
media vuelta, a medio camino volvió la cabeza y agachó las orejas. Dominic se
cruzó de brazos y el perro corrió a su casa de nuevo.
—Hubieras dejado que nos
persiguiera, era más divertido creer que los perros de nuestros enemigos nos
seguía —refunfuñó Gregory cruzándose de brazos. Dominic negó con la cabeza y
siguió caminando.
—No importa, igual ya llegamos
—replicó mirando a través de las rejas.
Al no ver a ninguno de los
jardineros o vigilantes, se escurrió entre los barrotes.
—Parece una cárcel muy
sofisticada —comentó Gregory siguiéndolo—. Yo no podría vivir en un lugar así.
Mamá quería comprar una casa en este barrio, pero entonces yo le dije que no
quería, le hice una pataleta y hablé con papá, ambos se pasaron un buen rato
hablando en la oficina de mi padre mientras yo jugaba a matar aliens, aunque si
escuché un par de cosas y… —Dom le tapó la boca al ver uno de los vigilantes,
de igual forma no sirvió de mucho, porque Gregory siguió hablando, aunque sus
palabras no eran más que balbuceos incomprensibles.
Evangeline miraba el cielo
mientras Paloma tocaba la guitarra, la música de ella siempre la envolvía en
una nube de ensueño, la tonada era suave y de repente tomaba fuerza para volver
a caer, pero casi siempre terminaba con un «sol»
como se supone que terminaba la vida, recordando los días sencillos, al menos
eso era lo que pensaba Paloma.
—¿Dónde está Dominic? —interrogó
Paloma apareciéndose frente a ella. Evangeline parpadeó confusa, preguntándose
desde hace cuanto su amiga estaba allí.
—En la fiesta de un amiguito
—contestó revolviendo la poca gaseosa que quedaba en su vaso—. Voy a recogerlo
en un rato y luego iremos al parque —balbuceó.
—¿Te pasa algo? Te ves desanimada
y cansada ¿hace cuánto que no duermes? —preguntó cogiéndola por las mejilla y
mirándole los ojos demasiado fijo.
Evangeline trató de rehuirle la
mirada, pero era demasiado difícil.
—Siempre te pasa en esta fecha
¿por qué? —Evangeline se quedó callada y su mirada se tornó un tanto oscura y
triste. Hizo una mueca al sentir el celular vibrar, pero lo agradeció porque al
menos tenía una excusa para evadir a Paloma—.
Hola… ¿Qué Dominic qué? —exclamó atónita y se levantó como si la
hubieran pinchado, pero palideció en un instante y estuvo a punto de caerse al
suelo.
—¿Qué pasa? —inquirió al ver que
ella se tapaba la cara con una mano mientras la otra sostenía el celular, pero
le temblaba.
Anthony le lanzaba papelitos a
Jared mientras la persona que estaba al otro lado del celular le hablaba, Jared
lo fulminó con la mirada cuando el sexto papelito le golpeó la frente.
—Infantil —reprochó enfadado y
volvió a agachar la mirada para seguir escribiendo. Otro papelito—. ¿No tienes
nada más que hacer que no dejarme trabajar? —preguntó irritado. Como respuesta
recibió otro papelito. Cogió las bolitas que su amigo le había lanzado
previamente y se las tiró.
—¿Qué están haciendo? —interrogó
una voz que les congeló el alma a ambos. Jared miró la puerta muy despacio, al
ver a las dos personas que estaban en la puerta sintió que el alma se le salía
del cuerpo.
—¡Tio Jared! —gritó su sobrino
muy feliz.
—¿Suzanne? ¡Se supone que estabas
de viaje! —protestó Jared mientras su sobrino le jalaba el pantalón, demasiado
inquieto, como era natural en él.
—Estaba, pero en vista de qué no
me has contestado ni tampoco a papá y que me han llegado ciertos rumores…
decidí venir a verte —contestó impasible—. Hola, Anthony —saludó.
—¿Ni una sonrisa? —preguntó
riendo y se acercó a ella para
abrazarla, la hermana de Jared le devolvió el abrazo y le regaló una
pequeñísima sonrisa.
—Eso es solo contigo —murmuró el
niño que por fin había conseguido su cometido y Jared lo tenía cargado—. Con mi
papá siempre sonríe mucho. —El pequeño pegó un gritó cuando Jared lo cogió como
un costal.
—¡Jared! Ten cuidado podría
caerse... —renegó acercándose a su hermano y cogió al niño—. Luc, ve con
Anthony, él te comprará un helado mientras yo hablo con tu tío.
Al pequeño le brillaron los ojos
al escuchar y salió disparado hacia la puerta.
—¡Muévete! —exclamó el niño.
—No lo pierdas de vista —ordenó
Suzanne. Anthony enarcó una ceja, incrédulo del descaro de ella, no sabía desde
cuando se había apuntado para ser niñero, mucho menos de Luc—. ¡Anda, ya se ha
subido al ascensor! —proclamó señalándole el camino. Anthony dio media vuelta,
mascullando algo y se fue tras el niño, que por experiencia propia sabía era
una pesadilla—. ¿Cómo es eso de que te has casado? —inquirió apenas Anthony
cerró la puerta de la oficina.
Jared suspiró, ya se lo temía.
—Me he casado, su nombre es
Evangeline, tiene un hijo y eso es todo —murmuró jugando con una pelota anti
estrés que le había regalado Anthony cuando su padre se fue de viaje, dejándolo
al mando.
—Ya ¿desde cuándo, si es que se puede saber,
tenías novia? Solo me fui dos meses. ¿Me vas a decir que en esos dos mese te
conseguiste una esposa?
—Sí —respondió sencillamente.
—¿Qué hiciste, Jared? Sé que no
eres lo suficiente tonto o iluso como para meterte con una chica que apenas
conoces sin una buena razón —masculló cruzando los brazos
—Eso era lo que hacía mamá cuando
quería sacarnos algo, en ti no funciona —bufó haciendo lo mismo. Empezó a
caminar hacia la salida para escapar de su hermana.
Suzanne le agarró la oreja,
aunque él era más alto, se la empezó a jalar. Jared trató de soltarse, pero era
imposible porque empezó a jalarla más fuerte, odiaba cuando su hermana hacía
eso.
—Suzanne, ya no soy un niño
—protestó indignado, pero ni así lo
soltó.
—¿André, estás enfadado?
—preguntó Dominic tratando de mirarlo a través del espacio de los asientos.
André había subido a ambos niños al auto sin que nadie los viera, después de
haberlos pillado en el jardín y ayudarlos a colarse en la oficina de George,
trató de sonsacarles que era aquello que tanto querían, pero solo logró saber
que se habían escapado.
—¿Por casi provocarle un infarto
tu madre y a la de tu amigo? Qué va. Los
que deben estar enfadados son sus padres —replicó encogiéndose de hombros
mientras conducía—. Siéntate y abróchate el cinturón —riñó.
—Nosotros ya le explicamos que
estábamos en un plan súper secreto y no podemos revelar nada de nuestra misión
súper secreta —murmuró Gregory mirando a los lados como si los estuviesen
acechando. André esbozó una sonrisa mientras Dominic negaba con la cabeza,
Gregory era tan teatrero—. Nuestros enemigos podrían haber puesto micrófonos o
usted puede ser uno encubierto.
—Eso no va a salvarlos del
castigo —reprendió. Ambos niños se encogieron de hombros. Gregory estaba casi seguro
de que probablemente sus padres no se había dado cuenta de su desaparición y lo
de Dominic no se habría sabido si André no hubiese llamado a Evangeline luego
de completar la misión.
De igual forma lo importante era
que el sobre que Dominic necesitaba estaba guardado en su pantalón esperando a
ser leído en la noche, aunque no fuera muy bueno leyendo, cuando su madre
estuviera dormida y no hubiera moros en la costa.
André se encargaría de llevar a
Greg a su casa y luego a Dominic al restaurante de Raúl, donde Paloma y Evangeline ya estaban esperando. Tal vez
cuando le avisó a Evangeline no debió empezar con aquel tono bromista para
calmarla, lo más posible es que se pusiera más nerviosa de lo necesario. A los
niños no les llegó a pasar nada, lo que había sido una suerte, pero estaba
seguro que Dominic se sentiría mal al ver a su madre y dejaría de hacer
aquellas escapadas que tan nerviosos ponían a todos.
1 Plumas:
Oh, me ha encantado la presencia de la hermana de Jared, es un nuevo personaje que nos muestra más sobre el pasado de nuestro protagonista.
La aventura de los dos pequeñajos ha sido divertida a la par que misteriosa, espero el siguiente capi para saber más.
Un beso
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