Era
uno de esos días en que el sol reinaba en el cielo, así que la mayoría de los
niños se lo pasaban lanzando el balón mientras las niñas saltaban la cuerda al
son de alguna canción.
—Oye,
¿estás bien? —interrogó el curioso infante. El pequeño se meneó inquieto al ver
que el otro no se movía, se había hecho una bolita y no podía verle la cara ya
que la tenía metida entre las rodillas y el cabello le tapaba la frente—.
¿Estás muerto? —musitó cogiéndolo por el hombro y le dio una sacudida. Dominic
parpadeó confuso y le miró, que él recordara aquel niño no era parte del
colegio. El extraño se tumbó a su lado despreocupadamente—. Qué susto me has
dado, creí que te había pasado algo —sonrió—. ¿Cómo te llamas?
—Dominic
—respondió.
—Necesitas
que te corten el cabello —comentó haciendo un gesto con las manos como si
fueran tijeras y riendo.
Dominic
pensó que no tenía mucho derecho a decirle nada sobre su cabello porque el de
él estaba casi igual, la diferencia yacía en que era liso y rubio, desde su
punto de vista tenía un montón de espagueti en la cabeza. Los ojos eran de
color castaño y el uniforme estaba lleno de tierra.
—¿Quién
eres? —preguntó ya cansado de buscar en su memoria si lo conocía o no.
—Gregory
Benoit, pero dime Greg porque no me gusta. Mamá me lo puso porque le prometió
al abuelo que le pondría su nombre al primer hijo que tuviera, a veces pienso qué
clase de nombre me hubiese puesto si hubiera nacido mujer, ¿crees que me habría
llamado «Gregoria»? Creo que sí, la verdad agradezco haber nacido hombre porque
«Gregoria» me parece horrible. ¿A ti te gusta tu nombre? Dominic me parece
mucho mejor que el mío y.... — El infante se calló y se rascó la cabeza, se
estaba haciendo un lio—. Ah, además voy en tu clase, me transfirieron hoy.
Bueno, no hoy porque entonces no podría haber asistido a la clase ya que
estarían haciendo los papeles apenas y… —El niño se quedó cavilando un momento
mientras Dominic se sostenía la cabeza—. El punto es que a partir de hoy
estudio aquí —murmuró con una sonrisa feliz.
—Hablas
demasiado y muy rápido —balbuceó.
—Mi
madre dice lo mismo —dijo pensativo tocándose la barbilla.
—Tiene
razón —murmuró levantándose, se limpió el uniforme y empezó a caminar.
—Hey,
¿a dónde vas? —inquirió siguiéndolo.
—A
clase, falta poco para que toquen el timbre —replicó en un suspiro.
—¿Y
por qué no usar los últimos minutos jugando? —protestó jalándolo por el brazo
al ver un par de niños jugando a las canicas.
—Ve
a jugar tú —susurró al ver que se dirigía al grupo de Ben, algunos niños del
grupo hablaban a susurros, lo cual fastidiaba bastante a Ben, que ya cansado de
no saber lo que decía les quitó las canicas y las tiró lejos. Dominic apartó a
Gregory, cuya mayor cualidad o defecto, dependiendo del lado que se viera, era
ser demasiado persistente. Gregory olvidó el juego al ver lo que sucedió y se
detuvo delante de Dom para detenerlo.
Dom
dio un paso para pasar por su lado derecho y el niño lo bloqueó, intentó por el
otro lado y volvió a bloquearlo.
—¿Por
qué no juegas con los demás? ¿Haces trampa? ¿No sabes jugar? —interrogó curioso
pasándole un brazo por los hombros—. Porque si ese es el caso, puedo enseñarte,
la verdad es que es muy fácil, no entiendo cómo alguien no sabe jugar si es uno
de los juegos más viejos, incluso mi papá jugaba, lo sé porque él fue quien me
lo enseñó, y me dijo que mi abuelo se lo enseñó primero así que ¿te imaginas lo
viejo que debe ser para que también mi abuelo lo jugara? —Dominic suspiró ya
empezaba de nuevo a hablar demasiado.
Dominic
sonrió, se zafó como pudo y echó correr. Gregory se quedó quieto, rió y lo
siguió, tratando de pasarlo.
—A
ver quién llega primero —exclamó sobrepasándolo. Dominic corrió mucho más
rápido, ni siquiera al pasar la puerta para correr por los pasillos y llegar al
salón de clases aminoró la marcha. Algunos niños que estaban adentro se pegaron
a las paredes, una maestra está de más les gritó que no podían correr en los
pasillos, pero no hicieron caso y continuaron con la carrera, finalmente se dejó
caer cuando ya llegaba al salón y se deslizó hasta tocar la puerta, el sonido
de la campana fue la bienvenida.
—¡Gané!
—jadeó con una sonrisa triunfante. Gregory apoyó las manos en las rodillas,
tratando de recuperar el aire. El cabello rubio le tapaba la cara, ya que
estaba inclinado hacia abajo, aun así
podía ver a Dominic tirado en el suelo. Le estiró la mano para ayudarlo a
levantarse, Dominic se la cogió.
—Ganaste
con un poco de trampa, era una carrera y te deslizaste.
Dominic
se rascó la cabeza avergonzado.
Jared
abrió la puerta de la que era su casa desde hace un par de semanas, dejó la
chaqueta a un lado y cuando se disponía a subir las escaleras escuchó:
—¡Hola,
Jared! —saludó Dominic saliendo de la cocina con una alegre sonrisa. Jared se
sorprendió un poco, generalmente Dominic no estaba cuando él llegaba, y eso
significaba que Evangeline también había llegado. Ellos llegaban a las nueve, después
de que Evangeline pasaba a recoger a Dominic en casa de Paloma, si es que no lo
llevaban antes—. Mamá no tuvo clases en la universidad hoy, así que llegamos
antes —comentó.
—Buenas
noches —musitó Evangeline saliendo de la cocina, limpiándose las manos con un
trapo. Jared la miró y la expresión de ella se hizo cautelosa, lo que sea que
pensaba se escondió tras sus ojos.
—¿Vas
a cenar con nosotros? —preguntó Dom cogiéndole la mano a Jared. Era difícil
negarle algo a Dominic con aquellos ojos azules tan brillantes y la sonrisa
esperanzada.
—Claro
—contestó revolviéndole el cabello.
—Mamá
hizo lasaña, Raúl se la enseñó y es muy rica —murmuró acompañándolo a la cocina
dando saltitos.
—¿En
serio? Pues vamos a probar —replicó.
Dominic
se subió al asiento mientras Evangeline
servía.
—¿Quieres
que te ayude con algo? —inquirió acercándosele a Evangeline.
—No,
gracias —respondió tranquila y dejó los platos en la mesa.
Jared
suspiró y se sentó, le gustaría que ella dijera algo más. Incluso que lo
insultara sería algo nuevo. Desde la charla en el jardín las palabras que le
dirigía eran pocas: buenos días, buenas tardes, buenas noches, adiós.
—En
mi clase hay un niño nuevo, su nombre es Gregory, dice que es el nombre de su
abuelo —dijo Dominic para acabar con el silencio—. Hicimos una carrera y le gané,
aunque dijo que hice trampa porque me deslicé el último metro. Se cambió de
lugar y ahora nos hacemos en la misma mesa.
Dominic
continuó hablando mientras comía, Evangeline se limitaba a mirarlo con una
sonrisa y Jared de vez en cuando soltaba algún comentario de sus días con
Anthony.
Para
Dominic aquello era lo más parecido a una cena en familia, usualmente cenaba
con Raúl o Paloma, ya fuera en el restaurante o en el apartamento, aún cuando
se cambiaron de casa. Paloma lo cuidaba mientras su madre estudiaba y cuando
llegaba por él ya estaba demasiado tarde.
1 Plumas:
Oh, que tierna la escena de Dominic y Gre, me ha encantado.
Espero que la relación entre Jared y Evangeline se vaya apaciguando y ella decida darle una oportunidad, ha sido bonito imaginarlos cenando.
Hasta el miércoles!!
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