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miércoles, 31 de agosto de 2011

Capítulo 11: Charlas


Evangeline se mordía el labio mientras veía las cosas sobre la cama. Mentalmente repasó todo, empezó a empacar y cuando terminó preguntó en voz alta:
—¿Qué me hace falta?
—Razonar —contestó Paloma desde la puerta. Evangeline la observó negando con la cabeza y se fue a buscar la ropa de Dominic—. Va encontrarte de todos modos, lo sabes.
—No estoy huyendo de él —replicó abriendo el cajón y empezando a buscar—. Tengo que hacer un viaje por mi trabajo...
—Del cual convenientemente regresas dos días después de la boda ¿no? —Evangeline bufó y continúo con su búsqueda. Había estaba presionando a su jefe para que la enviara a ella, el boleto de Dom lo había pagado por su parte—. Tu padre te buscará y obligará de todos modos.
—¡A veces me pregunto de qué lado estás! —exclamó malhumorada, dejando su tarea a un lado.
—Del bueno, por supuesto —contestó limándose las uñas.
—¿Y te parece que mi padre quiera casarme a la fuerza con alguien que no conozco? —renegó. Volvió a rebuscar en los cajones la ropa, la lanzó a la cama.
—No, George nunca me ha parecido buena persona. Esto no hace que mejore mi opinión sobre él, pero estoy pensando en Dominic. Él necesita un padre, Evangeline. —La menor dejó su trabajo al escucharla, se volvió a ella como si le hubiesen dado una descarga eléctrica.
—De nada me sirvió a mí tenerlo —dijo enfadada—. Después de que me tenga a mí y sea buena madre va a estar bien —habló firmemente—. Además eres la menos indicada para darme un sermón sobre los padres. ¿Tengo que recordarte que fuiste tú la que se escapó de su casa?
—Porque no quería llevar la misma vida que mis padres, no porque no los quisiera —replicó moviendo la cabeza de un lado a otro—. No quería pasarme el resto de mi vida ordeñando vacas y recogiendo huevos. —Evangeline se cruzó de brazos con molestia porque eso ya lo sabía—. Mi padre fue un buen hombre y no sabes cuánto agradezco que estuviera mientras crecí. Ellos no podían darme lo que yo quería, creí que no iban a entenderlo, por eso escape. Y ahora no intentes desviarte del tema.
—No tengo por qué casarme con Jared, no pienso hacerlo. —Empezó a empacar de nuevo—. No estaré atada de por vida a una persona que no conozco. Ni con él ni con nadie.
Dominic, apoyado en el marco de la puerta, alcanzó a escuchar las últimas palabras mientras miraba con decepción como su camiseta roja favorita era doblada y guardada en la maleta, a eso le seguía mucha más de su ropa. Resignado a que nunca tendría un papá arrastró los pies por la alfombra del pasillo, su conejo de peluche, que tenía agarrado de una oreja, le seguía mirando con sus ojos negros a Paloma en la puerta de la habitación.
Dom se subió al asiento y buscó el control de la televisión, pasando los canales sin ver realmente, apretó a peluche con fuerza, él quería tener un papá, quería a Jared, él le caía bien. Lo llevó a comer dulces y jugó con él bajo la lluvia, el mismo día que fue a hablar con él, entonces sabía que si su madre y él no querían pues no había nada que hacer, pero cuando George le dijo que Jared había aceptado sintió una indescriptible felicidad, claro que el que él aceptara no significaba que su madre también lo haría, así que no quedaba de otra que aguantarse.
Con el pasar de los días habían llegado las semanas, con ellas el tiempo de que su sueño se cumpliera estaba tan lejos como cerca. No podía hacer nada más que observar cómo los adultos decidían mientras sentía su estómago revolverse con el correr del tiempo. Se preguntaba porque nunca escuchaban la opinión de los niños. Estrujó la oreja de su peluche, quería llorar.
Paloma, que se había cansado de hablar con Evangeline, se fue a la sala y al ver al niño así se acercó y le acarició la mejilla.
—¿Qué te pasa, cariño? —interrogó ofreciéndole una sonrisa. Dom suspiró y movió la cabeza para decirle que no pasaba nada—. ¿Estás preocupado porque van a salir de viaje?
—No. ¿Cuándo volveremos? —interrogó mientras Paloma lo sentaba en sus piernas y trataba inútilmente de devolver los rizos a su lugar.
—Pronto —aseguró con otra sonrisa—. Tú de lo único que tienes que preocuparte es de no perder al Sr. Orejas, disfrutar mucho el viaje y comerte muchos dulces a escondidas. —Le guiñó el ojo con aire de complicidad. Dominic sabía que Paloma ocultaría dulces en su pequeña mochila.
Se acurrucó en sus brazos con sueño.
Al día siguiente estaba subido en un avión, al lado de su madre, alejándose de un sueño que no era capaz de decirle a nadie.
***
—¿Te das cuenta de lo cerca que estás de atarte a una persona que no amas? —preguntó Anthony con aire aburrido, movía el café de su taza completamente abstraído, como si no hubiese nada más interesante en el mundo que ver el café haciendo pequeños remolinos en la taza. Jared tenía la cabeza apoyada en una mano, había tenido una reunión muy temprano, para cuando llegó su amigo estaba ahí con toda la intención de no dejarlo trabajar.
—¿Podrías dejar de hacerme la misma pregunta? —suspiró frunciendo el ceño—. ¿No tienes que ir a poner banditas o hacer de perrito faldero con la chica que ahora ocupa tu habitación de invitados?
—¡No soy ningún perrito faldero! —protestó indignado.
—La semana pasada me dejaste con la palabra en la boca cuanto ella te llamó.
—Está en problemas, la estoy ayudando —murmuró mirando a otro lado. Jared enarcó una ceja.
—A la chica que te mintió, ilusionó y traicionó. Y yo soy el tonto. —Anthony suspiró incapaz de rebatir eso, se quedó un rato en silencio. Pasados unos minutos volvió a esbozar su sonrisa traviesa de siempre. Jared se dio la vuelta en la silla para mirar las nubes grises que empezaban a amenazar la ciudad—. Hace días que  no veo a Dom —comentó.
—Salió de la ciudad con tu futura esposa —dijo riendo. Jared rodó los ojos—. Raúl me lo mencionó cuando fui a desayunar. Increíble que yo sepa más de ella que tú. —Se echó a reír con descaro.
Al ver que su amigo no le prestaba atención, se levantó y le dio una palmada en el hombro para sacarlo de sus pensamientos.
—No me ignores —riñó.
—Tengo que trabajar —musitó simplemente dándose la vuelta y recogiendo los papeles que debía leer.
—¿Y? —interrogó para desesperarlo.
—Vete —espetó impaciente.
Anthony subió las manos en señal de rendición y se fue soltando una de sus carcajadas estrepitosas.
***
Dominic había pasado una de esas semanas fantásticas en que lo único que tienes que preocuparte, tal como dijo Paloma, era de no perder a su peluche y que su madre no le descubriera comiendo dulces. Su mamá solo trabajaba en las mañanas en la oficina de un hombre robusto y sonrisa amable mientras él jugaba en la computadora de la secretaria. Luego se iban a  recorrer los parques y comer helado. Sin embargo, en las noches cuando fingía dormir porque no podía ya que el estómago se le retorcía, su mente se invadía de esos pensamientos de lo que haría si Jared fuera su padre.
Pateó de nuevo la pelota con aire distraído contra un árbol, lo hizo demasiado fuerte porque no pudo atraparla y siguió rodando por el parque.
—Dom —llamó Evangeline al ver que salía corriendo.
—¡Voy por la pelota, mamá! —exclamó y siguió corriendo.


1 Plumas:

Eli dijo...

Todavía no puedo imaginar que hará George para obligar a Evangeline a aceptar a Jared, espero averiguarlo pronto.

Saludos

 

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