Jared
no era una persona impaciente, eso fue lo que le permitió pasar los días
pasados con tranquilidad relativa, pasó la mayoría del tiempo haciendo lo que
siempre hacía: salir con Anthony, ir al trabajo y dejarse arrastrar a alguna
pista de baile y emborracharse, eso sin mencionar molestar a Anthony con
aquella chica que ya lo había traicionado una vez y tarde o temprano lo volvería
a hacer.
—Te
deseo suerte —musitó su amigo con los ojos cerrados y expresión aburrida—.
Apuesto a que te rebanará el cuello en la noche de bodas. ¿Ya escribiste tu
testamento? Porque la verdad es que quiero tu viejo balón de futbol.
—Cierra
la boca y no me animes tanto —contestó frotándose las sienes.
Anthony
abrió los ojos y sonrío, le dio una palmadita de ánimo.
—Aún
puedes arrepentirte —murmuró—. Nada está decidido hasta que digas acepto.
En
ese momento se encontraban reunidas personas que no conocía y dudaba mucho que
Evangeline lo hiciera, ella ni siquiera había estado en la ciudad, sabía muy
bien que no quería eso y no le extrañaba.
La
música comenzó a tocar, volteó hasta la puerta, envuelta en un vestido blanco
estaba su futura esposa agarrada del brazo de su padre, caminando a tropezones.
Ella llegó a su lado sin siquiera mirarlo, se acomodó junto a él y se mantuvo
quieta mientras George iba a sentarse en la primera fila.
El
sacerdote empezó a decir las palabras ceremoniales y cuando llegó al «acepto»
Anthony le lanzó una de esas miradas de «huye, yo me encargo de distraerlos».
Se quedó callado un rato antes de decirlo finalmente. Evangeline ni siquiera
dudo, lo que se hizo fue mirar de refilón a George. Se preguntaba cómo hizo
George para convencerla.
—Si
hay alguien que se oponga que hable ahora o calle para siempre —dijo el
sacerdote dirigiéndose a la multitud.
Anthony
abrió la boca, Jared le lanzó una mirada para que callara lo que iba a decir,
pero no contuvo la sonrisa burlona.
Cuando
dijeron «puede besar a la novia» le dio un beso corto y casto, carente de
sentimiento.
—Sonríe
—susurró a su oído cuando los aplausos se escucharon.
—Odio
las mentiras —replicó ella de inmediato y dio un paso adelante para irse.
—Pasemos
al salón por favor —pidió George haciendo señas. La multitud obedeció y
siguió—. Más vale que te comportes, Evangeline —ordenó fulminándola con la
mirada y puso su mano sobre la de ella apretándola. Ella no hizo ninguna mueca
a pesar de que le dolía, todo lo contrario, se mantuvo firme y fría ante él.
Su
padre siempre estaba intentando controlar su vida, su carácter, diciéndole qué
hacer. Hasta hacia unos años logró detenerlo, pero ahora de nuevo estaba a su
merced.
—No
tengo por qué hacerlo, he cumplido mi palabra. Ya finjo un matrimonio que no
quiero, no venía en el paquete fingir ser feliz —replicó fríamente y sintió
como le apretaba más el hombro—.¿Dónde está…? —preguntó, pero su padre le hizo
un gesto para que se callara y se fue.
Jared,
sin saber por qué, sintió un pinchazo en el estómago. Algo estaba mal ahí.
Evangeline
no esperó a que le dijera algo, se fue tras su padre.
«Va
a ser un largo camino» pensó mientras veía la chica marcharse.
Evangeline
no había charlado con casi nadie de la fiesta, solo con Paloma que andaba por
ahí de la mano de Raúl, era la primera vez que la veía con ropa que no era de
gitana. Las personas empezaban a
murmurar por qué los novios no estaban juntos, le lanzaban miradas
sospechosas y a él no le quedaba de otra que concentrarse en Anthony, que no
hacía más que burlarse de él.
George
se acercó, a su lado venía André con Dominic dormido en sus brazos. Jared se
quedó un tanto chocado, imaginaba que el pequeño estaba con alguna niñera
porque no lo había visto en todo la ceremonia. Se sorprendió aún más cuando
Evangeline se acercó a paso rápido y nervioso, arrebató al niño de las manos de
André y lo revisó casi histérica.
—¿Qué
le hiciste? —interrogó con pánico en su voz.
—No
le he hecho nada, se ha quedado dormido —respondió George. Ordenó a André que
se fuera y Jared siguió mirándolos confundido.
—¿Por
qué no cierras la boca? ¿Qué ahora vas a venir con el teatrito de que no sabías
nada? —dijo Evangeline fulminándolo con la mirada—. Porque la verdad yo he
estado pensado que fuiste tú quien le ayudó a secuestrar a Dominic.
—¿Fue
así como te convenció? —masculló confuso—. ¿Secuestraste a Dominic? —interrogó
mirando a George. Él simplemente lo miró como si fuera un pobre niño perdido—.
Eso no iba en el trato, George.
—El
trato era que te casabas con mi hija y punto, los recursos que yo usara para convencerla
no eran de tu incumbencia —replicó tranquilamente. Dio media vuelta y se fue.
—Evangeline,
no sabía nada de esto —renegó mirando al infante.
—Sí,
claro —contestó rodando los ojos—. Dominic,
despierta —musitó acariciándole la mejilla con cariño. El niño tardó en
abrir los parpados, se frotó los ojos con torpeza. Se fijó en la persona que lo
cargaba y se abrazó a su cuello cuando reaccionó.
—¿Nos
vamos a casa, mami? Te extrañe un montón —balbuceó y parecía que la
estrangularía por la fuerza con que la abrazaba. Evangeline lo calló frotándole
la espalda mientras el pequeño se acomodaba en su cuello para seguir durmiendo.
Se lo llevó con Paloma. Jared iba a seguirlos, pero la mirada que ella le dio
era una muerte segura. Las vio perderse por una puerta, Evangeline regresó sola
al rato.
—No
te dejes envenenar la mente por George, porque no pienso alejarme de Dominic ¿entendiste? —Asintió, porque estaba anonado ya que ella
se había acercado.
—Creo
que es momento de irnos —dijo a su oído y ella asintió, se dirigió a las
habitaciones para cambiarse y al regresar el vestido de la boda había sido
reemplazado por uno más corto de color azul que realzaba sus ojos. Traía a Dominic
en brazos y no supo por qué le daba la impresión de que no podía con él.
—Tu
padre me dijo que las maletas están en el auto. —Ella asintió y continúo el
camino—. ¿Quieres que te ayude? —interrogó mirando al niño, pero Evangeline lo
abrazó más fuerte—. No soy tu padre, Evangeline. Nunca se me pasó por la cabeza
que él pudiera hacer algo así. No tuve nada que ver —suspiró. Estiró los brazos
para coger a Dominic.
Ella
se mordió el labio inferior con nerviosismo y deslizó su mano por la espalda
del pequeño para entregárselo.
El
camino en la limusina fue en silencio y corto, Evangeline se limitaba a mirar
el niño en absoluto silencio, acariciándole el cabello distraídamente.
Ella
dio un suspiro resignado cuando el auto se detuvo frente a la casa, había sido
un regalo de George. El chofer se encargaría de las maletas por lo que siguió a
Jared por los pasillos desiertos hasta una habitación de invitados donde dejó
al niño en la cama y se encargó de taparlo bien con las cobijas.
—Eh…
—La observó indeciso, rascándose la nuca.
1 Plumas:
¿¡Secuestrar a Dominic!? No sé por qué me sorprende, supongo que ha sido más efectivo que apuntar a Evangeline con una pistola... Me alegro de que ella empiece a confiar un poco en Jared, él sólo la salvó de otro matrimonio más desarfortunado.
Obviamente ya quiero saber como va a ser la vida de casados y como reacciona Dominic al saber que tiene un papá.
Un beso y hasta el miércoles.
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