Dom se tapó los oídos con las manos, el
estruendo de sirenas, golpes y vidrios al quebrarse acosaba las cuatro paredes
en que estaba encerrado con Amélie. Amélie dijo que sus padres llegarían pronto
por él, pero no le creyó porque era una mentirosa que traicionó a Anthony,
además Dom sabía que a su padre no le caía bien. Su papá era Jared sin importar
lo que Gustave dijera. Jared lo abrazaba, le daba besos, le contaba cuentos y
jugaba fútbol con él.
La puerta se abrió y el pequeño alzó la
mirada al reconocer la voz de André. El hombre hizo una mueca al verle la
mejilla, pero antes de que dijera algo el niño estaba siendo abrazado por
Jared. André los dejó tranquilos y le cogió el brazo a Amélie, a la cual Jared
le lanzó una mirada de desprecio cuando pasó por su lado.
Amélie le avisó a George del lugar, pero no
impidió que le hiciera daño a su hijo. Aun así tenía un auto que la llevaría a
donde quisiera, la promesa de un lugar seguro y un trabajo estable.
—¿Y mamá? —susurró Dom en su oído. Jared le
dio un beso en la mejilla y le limpió las lágrimas, no quería explicarle al
niño que George decidió que Lin armaría un alboroto y le echó un sedante en el
agua. Su mejor amigo estaba en el hospital, su hijo asustado y con el labio
partido, su esposa drogada y George sonreía.
—Podemos irnos —declaró el anciano dándose
por satisfecho después de hablar con la policía, desde su punto de vista todo
estaba arreglado.
Jared sintió el irrefrenable deseó de matar
a su suegro, pero solo se metió al auto en silencio. «Dom
está bien» repitió mentalmente. Gustave iría a la cárcel, cuando George
estuviera anciano y no pudiera valerse por sí mismo lo enviaría a un
psiquiatra, desgraciadamente George era esa clase de anciano que aún tenía
demasiado por dar.
Evangeline arrancó a Dominic de los brazos
de Jared en cuanto salieron del auto. Le lanzó una mirada furibunda a su padre,
que se dirigió a la casa con el paso elegante y arrogante que de niña la
intimidaba.
—Te quiero, mamá. —Sintió que el aire le
volvía a los pulmones cuando el niño se abrazó a su cuello.
—Yo te amo —replicó apretándolo contra su
cuerpo y le dio un beso en la frente. Jared le había limpiado la cara, así que
no quedaba rastro de la sangre, pero sí de donde salió. Su madre le acarició la
mejilla y entró a la casa donde todos estaban esperando.
Jared estaba hablando por teléfono. Raúl,
André y Paloma charlaban, pero cuando vieron al pequeño esbozaron tal sonrisa
que Dominic volvió a sentir que estaba a salvo. George no estaba por ningún
lado, así que supuso que se encontraba en el estudio.
Después de que Jared le avisó a su familia
que todo estaba bien, que Dominic llamara a Gregory y le contara lo ocurrido,
Evangeline convenció a Jared de irse. Lo único que querían era estar solos con
el pequeño, así que al llegar a casa pusieron una película, Jared hizo
palomitas y cuando acabó lo que veían Dom se acostó con ellos. Evangeline tardó
mucho en dormirse. Su corazón estaba hecho un lío, tenía un nudo en la garganta
y el calor la estaba sofocando, pero si se quitaba las cobijas se congelaría.
Que Jared tuviera abrazado a su hijo no le ayudaba.
—¿Qué? —reclamó Jared mirándola empacar
desde el borde de la cama. Evangeline suspiró y se pasó la mano por los ojos. Se
encogió de hombros, sintiendo que una parte de sí se rompía, estaba cansada y
deseaba alejarse de todo. Las notas de Dom reposaban en la mesita de noche, con
dos meses de vacaciones por delante tenía la oportunidad de salir de viaje—. No
puedes irte —masculló.
—Pase mi carta de renuncia hace una semana,
así que mi contrato con tu empresa ya está acabado —musitó cerrando la maleta.
—El trabajo no importa —replicó irritado y
la siguió hasta la habitación de Dominic. El niño estaba en casa de Gregory ya
que no se verían por semanas—. Lin, ¿estás escuchando? —inquirió impaciente.
Evangeline asintió, quería llorar, por no
pensaba hacerlo delante de Jared.
—Iré con Dom a la casa en la playa que
tiene George —balbuceó haciendo una mueca al recordar el día que le ofreció la
casa.
El día siguiente al secuestro de Dom, después
de haberlo pensado durante toda la noche, había ido a casa de George, quien ni
siquiera levantó la vista de sus papeles cuando la oyó entrar en el estudio. Antes
de que pudiera empezar a hablar George murmuró:
—Sabía que vendrías.
—No me conoces para saber lo que haré —reclamó
enojada, sentándose frente a él.
—Eres mi hija. Claro que te conozco
—replicó tranquilamente y pasó la página de lo que leía.
—Para conocer a alguien necesitas tiempo,
algo que tú nunca me diste, ni siquiera en este momento.
—Hay muchas formas de conocer a alguien. —George
dejó los papeles en el escritorio y se quitó las gafas, con la misma monotonía
y cuidado con que hacía todo, las limpió con un paño de seda y volvió a
ponérselas—. Te pareces tanto a mí que… a veces olvidó que eres hija de tu
madre —susurró distraídamente. Volvió a fijar su vista en los papeles—. Puede
que tengas mis ojos, pero miras el mundo como ella lo veía.
Evangeline se quedó en completo silencio,
sin comprender la repentina mención de su madre, cuando era una niña George evadía
cualquier pregunta sobre ella.
—¿Qué significa eso? —interrogó cuando se cansó
de buscarle el significado a las palabras—. Ella no te importaba.
—Solo lo que escuchaste y tu madre me
importaba mucho. Me importaba tanto que me negué a encadenarla a una vida que
la haría infeliz, desgraciadamente para cuando comprendió eso tú ya habías
nacido. —Se levantó, cogió un libro de
la biblioteca y volvió a su lugar—. La dejé marchar y no protesté cuando te llevó
con ella. Sabía que no estaba hecha para la vida que yo llevo, pero ella se
negaba a creerlo.
—Pudiste cambiar.
—No quería hacerlo. Por mucho que una
persona quiera a otra, en ocasiones no están hechos para estar juntos. —Su tono
era resignado—. La razón por la que te lo digo ahora es que sé que quieres
dejar a Jared. —Evangeline se mordió los labios y apartó la mirada—. Él puede
ofrecerte lo que tu madre quería que le diera. Lo que necesitas —suspiró pesadamente.
Una verdad que hace mucho tenía aceptada: su hija tampoco estaba hecha para la
clase vida que llevaba—. Piénsalo bien antes de tomar una decisión. Las
vacaciones de Dom serán en dos semanas —sacó un sobre del cajón y se lo
extendió. Evangeline lo abrió, dos boletos de avión para la Riviera Francesa.
Su padre usaba esa casa para agasajar a sus socios, rara vez para vacacionar—. Ya
he dado la orden para que esté lista si decides ir, por el tiempo que quieras
—añadió y le hizo un gesto para que se fuera. Antes de marcharse lo escuchó
decir—: Sé más valiente de lo que yo fui. No lo arruines.
Dominic miró impaciente a su alrededor,
apretó la mano de su papá. Káiser gruñó desde el interior de su caja de
transporte. Dom le había metido la pelota de goma para que no se aburriera,
pero el cachorro no estaba feliz. El niño tampoco estaba contento.
—¿Por qué tú no vienes? —preguntó de nuevo
mirando a su padre.
—Tengo que trabajar —repitió en un suspiro.
Evangeline se mordió los labios y apartó la mirada. Pese a que necesitaba tiempo
para pensar no quería que Dom se preocupara. Con Gustave detrás de rejas y con George
siendo George de nuevo, todo volvía a la normalidad. Jared le sonrió al niño y
le dio un beso en la mejilla—. Pórtate bien.
Dominic frunció el ceño y se agarró a la mano
de su madre.
Evangeline se fijó en su hijo, tenía el
cabello más revuelto de lo normal por la brisa marina, jugaba a la pelota con
otro niño. Káiser estaba dormido a su lado, estuvo jugando con los niños un
rato, pero el sol y el mar lo dejaron exhausto.
—Mira, mamá —gritó Dominic emocionado
abriendo la palma de la mano. Un pequeño cangrejo exhibía sus patas ansioso por
volver al agua. Káiser abrió los ojos al escuchar la voz de su dueño, batió la
cola, pero pareció cansarse porque cerró los ojos y se durmió. Dom soltó una
carcajada y le acarició la barriga, el animalito agradeció lamiéndole la mano—.
Extrañó a papá —declaró sentándose en las piernas de su madre.
Evangeline contuvo el aliento, ella también
lo extrañaba. Aunque hablaba con él por teléfono casi todos los días, al igual
que Dominic, se le hacía un nudo en la garganta y no podía decirle lo que
sentía. No era que se hubiera acostumbrado a él, era mucho más que eso. Jared
la hacía reír, con él se sentía segura y le gustaban sus detalles sencillos. Lo
quería.
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3 Plumas:
¡Vaya, Evangeline al fin ha visto la luz! Me ha gustado como la historia todavía se mantiene, espero que pronto Jared y Evangeline aclaren sus sentimientos.
Un beso
Hola al fin Evangeline admite que siente algo por Jared. Que bueno, espero que se arreglen las cosas entre ellos.
Hasta el proximo capi :D
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