Los pasos cortos repicaron contra el piso de la azotea. Él no se dio la vuelta, sabía quién era.
—Creí que ibas a quedarte con Nel luego del incidente —dijo la vocecita infantil.
No lo hizo porque creyó que ella lo haría, se equivocó. Pero no lo admitiría ante la pequeña Erika, porque al fin y al cabo ella lo sabía y no se lo echaría en cara. La chiquita, desesperada de que no la mirara, subió al borde de la azotea y se sentó a su lado.
—Cuidado te caes. —Empezó a enfadarse porque sus frases eran tan cortas que no podría sacar ningún provecho de ellas.
Al llegar ahí esperó que hubiera pensado lo suficiente como para concentrarse en el embrolló que se les iba a venir encima.
—¡Ponme atención! —exclamó ya exasperada haciendo excesivo usos de sus brazos y por un momento perdió el equilibrio, vio su muerte. Su cuerpo estrellado contra el piso y sangrante, por suerte Christopher la sostuvo y la devolvió a su lugar.
—¿Cómo has llegado aquí, Erika? —preguntó observándola por fin. Se veía triste, culpable e impotente, claro que ella sabía el remedio para los sentimientos turbios que invadían al chico.
—Eso es secundario, no te preocupes, pero bueno a lo que vine —se dijo a sí misma—. No fue tu culpa, la verdad es que la cuidas mucho mejor que yo —habló la pequeñita—. Mi hermano estaría feliz…
—Esto ya no tiene que ver con Bryan y mi promesa, Erika. Es con la promesa que me hice a mí mismo cuando mi hermana murió.
—Tú no tienes hermanos —recordó remarcando la palabra de forma exagerada.
Christopher sabía que ella le diría eso, a pesar de que el mismo a veces se olvidaba y mezclaba todo. En aquellos momentos su cabeza se convertía en un verdadero torbellino de recuerdos y pensamientos. Se estrujó la cabeza como si quisiera olvidar, estaba cansado tanto física como mentalmente.
—Erika, sólo déjame en paz —dijo sacando las alas de su espalda y parándose al borde del edificio para poder volar.
—Entonces huirás como siempre. Bien —replicó y le dio la espalda, ella se las arreglaría sola para proteger a su hermana y que David no descubriera quien realmente era. No necesitaba un tonto ángel que había decidido renunciar al cielo.
Escuchó cada vez más bajo el aleteó, indicándole que se había alejado. Golpeó una lata que estaba tirada en el suelo como si fuera la culpable de sus problemas. Debía irse a su casa. Sabía que Christopher iba a regresar tarde o temprano para revisar a su hermana, pero depender de él, siendo que huyó, le ponía de mal humor.
Abrió sus ojos y los sintió heridos por la luz del sol, miró a un lado y no encontró nada.
—No te levantes, sigues muy débil. —La voz de David la obligó a girar su cabeza al otro lado.
Se encontraba cerca a la puerta del baño con un pantalón largo y subió la mirada. No llevaba camisa puesta y algunas gotas de agua resbalaban por su torso bien marcado debido al ejercicio, el cabello húmedo y desordenado revelándole que acaba de tomar una ducha.
Se incorporó sobre la cama y un mareo acudió a ella.
—Te dije que no lo hicieras. Nunca haces caso —renegó acercándose a la cama descalzo. Le tomó la temperatura, por lo menos no tenía fiebre—. Debes descansar. —La empujó por los hombros para acostarla de nuevo, mas ella se mostró recia a seguir órdenes.
—No. ¿Dónde estoy? No es mi habitación —acotó luego de notar la pintura, las cortinas y la colcha blanca. Su mente adormilada comenzó a trabajar con rapidez y el dolor en su pierna le alertó que su sueño fue real—. ¿Qué fue lo que pasó anoche?
—Luego las respuestas —replicó rápido y empujó de ella un poco más fuerte, que al estar débil no pudo resistir más—. Duerme —ordenó dándole un beso en la frente. Sintió sus ojos pesados y no tuvo más opción que sumirse de nuevo en lo más profundo de su mente.
Dio un suspiro y acomodó la cobija sobre ella, acarició su mejilla detenidamente y la dirigió a su frente, sabía lo que tenía que hacer, pero no estaba muy seguro sí…
Tomó un mechón de cabello y lo enredó en sus dedos para ver mejor su rostro. Sus párpados cerrados y tranquilos, los labios entre abiertos y su respiración acompasada. No supo por qué, simplemente se agachó sobre ella y le robó un beso de los labios, sabían a miel, a lágrimas borradas por la lluvia y sonrisas perdidas en el tiempo.
—Eres un aprovechado —dijo una voz desde atrás, se volvió molesto para observar a Jonathan, divertido por la escena que presenciaba—. Siempre deseé que olvidaras al ángel, pero no creí que te aprovecharías de ella estando inconsciente.
—Cierra la boca, ella no me importa —terció enfadado porque lo hubieran pillado in frangati. Jonathan soltó una risotada y protestó levantándose para ponerse una camiseta—. ¿Averiguaste quién envió a los demonios?
—No encontré nada, él que haya sido sólo la quería muerta a ella y sabe a qué juega.
David suspiró y le hizo un ademán de que podía irse. Jonathan se encogió de hombros y dejó que hiciera lo que quisiera.
La querían muerta a ella. ¿Por qué? Era una simple humana común y corriente o ¿no?
Cerró los párpados con fuerza, no era su problema.
—Creí que ya no regresarías —murmuró hundido en la silla. Los pasos no resonaron al tocar el suelo, sabía quién era, pocas personas podían tomarlo desprevenido y Christopher no era uno de esos.
—Hazlo —pidió Christopher parando frente a él.
—¿Qué cosa? —preguntó con tono inocente.
—Ya sabes —murmuró y David esbozó una pequeña sonrisa antes de levantarse y hacer lo que había planeado.
2 Plumas:
woooww!Christopher !! un angel? o.O me has dejado con mil dudas jaja y a nel porque la quieren muerta? la historia se va poniendo cada vez mas interesante c: AME el capitulo.
Espero ansiosa el proximo,besos que andea bien.
*o* un angel, q fuerte!!! esto se esta poniendo muy muy interesante
pobre nel yo no kiero q muera!!! XD
un besooo enorme!! ;)
Publicar un comentario