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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Capítulo 15: Discusiones

David frunció el ceño al ver a Alejandro con su hermana. Hace unos días Jonathan le había dicho que al parecer estaba tras Mailen y, por lo que notaba, se hicieron novios. En ese momento no le creyó, pero ahora que los veía afuera abrazados y besándose, la idea no le apareció tan descabellada.

—Mailen —murmuró. Asustada y sonrojada se separó de Alejandro.

—Hola —balbuceó—. Será mejor que me vaya, adiós. —Ella le dio un beso en la mejilla y se fue sin decir nada más.

—¿Qué haces con mi hermana? ¿Qué es lo que quieres? —farfulló enojado—. ¿A quién buscas?

—Ella es muy linda. ¿Es qué no crees que puede llamar la atención sólo por ser ella? —preguntó sonriendo con sorna.

—No me charles, dime qué quieres —gruñó. Alejandro sonrió y se encogió de hombros.

—No es tu problema —dijo y se fue con una sonrisa.

David dio un suspiro cansado, aquel chico desprendía un aura siniestra además de que sus sentidos estaba alertan y le avisaban que era peligroso. Pensó en su hermana, ¿y si quería llegar a él o a Christopher por medio de ella? Porque su primo había puesto el grito en el cielo cuando se enteró de que Mailen salía con Alejandro, prácticamente le prohibió que lo viera, pero ella se había enfadado y le dijo que podía ser su primo, pero no le daría órdenes.

Caminó tranquilamente por la acera, con las manos en los bolsillos pensado en qué hacer, su hermana no le haría caso, estaba feliz con Alejandro.

—¿Qué te paso? —preguntó sin detener su paso cuando Jonathan se puso a su lado. Tenía la muñeca vendada y respiraba con dificultad.

—Un ataque, cada vez son más. Creo que deberíamos irnos de esta ciudad —comentó. David dio media vuelta furioso y lo fulminó con la mirada. Él ya se esperaba esa reacción de su parte.

—No hasta que la encuentre —declaró decidido y su amigo suspiró.

—A veces esto me parece inútil, sé que has sentido su presencia, pero son débiles rastros de su poder, alguien la protege y sea quien sea es muy fuerte.

—Me importa un bledo —terció enfadado, la sola idea de dejar la cosas así le parecía una locura, él derrotaría a quién fuera con tal de encontrarla. Jugueteó un poco con el collar que llevaba en el bolsillo. Jonathan lo observaba de reojo—. Hoy vi a Mailen con Alejandro —dijo de repente—. Se estaban besando —agregó. Jonathan se detuvo con la boca abierta.

—Te lo dije, pero no me creíste —reprochó—. ¿Se alejará de ella?

—No lo sé —contestó con simpleza.

Jonathan lo miró furioso, él chasqueó la lengua con fastidio y rodó los ojos. Por alguna extraña razón su amigo se había mostrado interesadísimo en ese tema. Eso era algo que no comprendía, quizás entendía un poco a Christopher con su reacción de primo protector, después de todo había pasado un poco más de tiempo con Mailen, pero ¿de Jonathan? Todo era diferente, él lo conocía de, prácticamente, toda la vida, era su amigo, confidente, quien siempre lo apoyaba… Por eso todo le resultaba más confuso llegar a una conclusión sobre lo que le pasaba con su hermana.

—¡Debes alejarla de él, le hará daño! —reprendió empezando a llamar la atención de la gente. El chico le dio un tiro en la manga y lo obligó a caminar, no era un tema para que los demás escucharan.

—No quiso hacerle caso Christopher que la ha apoyado, mucho menos me lo hará a mí que dejé todo atrás —contestó—. Además ya está grande, debería cuidarse sola.

—¡¡Eres su hermano!! —exclamó y le iba a dar la espalda, pero David lo detuvo cogiéndole por la camisa.

—Vale, ¿quieres hacer algo por ella? Vigílala, no se puede hacer mucho más, si está en peligro me llamas y yo me encargo, al igual que de las bestias. ¿Te parece?

Jonathan entrecerró los ojos y asintió, ya nada más le quedaba por hacer, prefería vigilarla él a que lo hiciera David, se notaba de lejos que no tenía mucho interés por hacerlo, a pesar que sentía aquella aura maligna saliendo de Alejandro. Suspiró pesadamente, a veces no entendía el porqué deseaba ayudar tanto a Mailen. Se dirigieron a un callejón y cuando estuvieron seguros que no había nadie observándolos, Jonathan desapareció en el aire.



Erika sonreía abiertamente y la abrazaba como una loca, su hermanita se encontraba feliz de verla de nuevo. Los días lejos de la única familia que le quedaba eran interminables, siempre esperaba ansiosa que terminaran y llegara la ocasión en que podría viajar a ver a Aranel. Ése era el momento justo en que todo su sufrimiento y pesar por estar alejadas desaparecía y sólo había felicidad en su corazón que se dejaba notar por las pocas sonrisas que lucía la mayor parte del tiempo.

—¿Cómo están todos? —preguntó la niña comiendo su helado.

—Bien —contestó con simpleza y se dedicó a mirarla. Su hermanita le sonreía de oreja a oreja y le pidió que siguiera contándole. Sabía que no iba a parar hasta que consiguiera lo que quería—. Christopher ha estado muy ocupado estos días y Mailen consiguió un novio —comentó. Ante eso la infante abrió los ojos como platos—. Se llama Alejandro, era de mi colegio —añadió distraídamente.

—¿Qué hizo Christopher cuando lo supo? —preguntó sin reparos poniendo aquella expresión de madurez.

Se la quedó mirando, parecía más adulta y aquello lograba ponerle los pelos de punta y le daba escalofríos, su hermanita era rara. Vio de nuevo sus ojos verdes y tuvo un fugaz momento en que los vio, los mismos ojos en la cara de alguien más, la presencia de su hermana no le pareció extraña. Se llevó la mano a la cabeza y apretó los parpados.

—¡Aranel! ¡Aranel! —gritó su hermanita asustada. Sus ojos la miraban con preocupación y nerviosismo. La escuchaba lejana, como si se estuviera yendo a otro mundo—. No, no, no. —Erika negó con la cabeza y la abrazó por el cuello—. No puedes, no puedes —susurraba a su oído acariciándole el cabello con una mano. Siguió murmurando frases y finalmente se sintió entre adormilada y mareada.



Christopher abrió los ojos con sorpresa al sentir ese poder, era cálido y dulce, tal y como lo recordaba. Estaba parado en uno de los edificios más altos de la ciudad con sus alas extendidas tras él, había salido a dar un paseo, pero nunca esperó volver a sentir eso de nuevo. Miró al horizonte hacia el lado sur de la ciudad.

Se acercó al borde y echó a volar.



—Erika —llamó Aranel abriendo los ojos por fin—. ¿Por qué me abrazas? —preguntó al verla agarrada a su cuello.

—Por nada, nada —contestó risueña ocultando su nerviosismo—. Será mejor que nos vayamos —musitó tomando su mano y jalándola.

Frunció el ceño, se sentía extraña, su hermanita había vuelto a tener aquel toque infantil.

1 Plumas:

tres de tres dijo...

ayy pobre Aranel porq se a puesto asi¿? y que ha visto cuando miro los ojos de Erika¿? me as dejao con un monton de intriga, escribe pronto pliiissss
1Bso

 

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