Ser
hijo único de un matrimonio fracasado tuvo ciertas ventajas mientras crecía,
aunque a veces más parecía una competencia entre sus padres para ganárselo. La
mejor escuela, los mejores viajes, los regalos de navidad y cumpleaños más
caros, pero eso no pagaba el amargo sabor de tener que pasar esas fechas solo.
No solo, Jared estuvo ahí, su familia lo recibió con los brazos abiertos, cada vez
que sus padres estaban demasiados ocupados odiándose mutuamente recibía una
llamada o un grito de la casa de enfrente. Incluso molestar a Suzanne se debía
a que cuando más solo se sentía ella dijo que era su «hermanito perdido». Sin importar si le pintó el cabello verde, exhibió sus bragas o le
arruinó su primera cita.
Luego
estaba Amélie, con sus curvas, su sonrisa y aquella historia tan parecida a la
suya. Pero Amélie no tenía un amigo como Jared, cuando quiso serlo terminó
enamorado y tan loco para creer que ella era igual a él, perdió la cuenta de
las veces que le clavó el cuchillo por la espalda después de haberla salvado,
porque Jared también hubiera estado con él. Pero Amélie cometió alta traición, se
metió con la única persona que Anthony consideraba su familia. Saber que
Dominic estaba en las manos de un psicópata avaricioso era demasiado.
Se
levantó aturdido, sentía la sangre correr por el costado de su cabeza y no
podía ver más que nubes oscuras en su camino. Después de darle un puñetazo en
el estómago lo golpearon contra la pared, su reloj no estaba, así que era obvio
que luego de quedar inconsciente se llevaron sus pertenencias. Tenía que buscar
un teléfono y llamar a Jared.
Gustave
observó al pequeño con profundo rencor, se acarició la mano donde la pequeña
fiera lo mordió. No podía creer que aquel niño fuera su hijo, no se parecía en
nada a él. El día que lo vio en el parque decidió que Dominic era un Montagne,
los ojos azules, el cabello rizado y poseía la misma mirada desafiante de
George, mas no la tendencia a manipular. Ahora sabía por qué el viejo no permitió
que lo viera cuando nació, aunque tampoco es que insistiera mucho.
El
infante lo miró con ojos llorosos y se sorbió la nariz; tenía la mejilla roja y
del labio le salía un hilillo de sangre, producto de la cachetada que tuvo que
darle para que lo soltara. Era obvio que hasta ahora jamás lo golpearon, porque
después de haberlo hecho se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos como si
no creyera que hubiera pasado.
Bien,
ya se acostumbraría. Su vida estaba perfectamente bien hasta que sus padres se
enteraron que el niño venía en camino, una cosa era disfrutar de una vida
sexual activa y otra tener un pequeño bastardo, aquello era inaceptable en su
familia. Cuando George le ofreció aquel dinero a cambio de renunciar a la
custodia del bebé, creyó que su vida
estaba arreglada. Sin embargo a los pocos meses no tenía ni siquiera una moneda
y sus padres jamás lo aceptarían de regreso. Sabía que George haría cualquier
cosa por alguien de su familia, su legado era lo más importante por muy
decepcionante que fuera. Además Evangeline tenía amigos.
Amigos
dispuestos a todo como Raúl, un esposo que parecía haberse encariñado con el
niñito que se suponía era su hijo. Todos ellos con una enorme cuenta en el
banco. Sería un estúpido si no se aprovechara.
El
matrimonio causó un gran revuelo entre su círculo de conocidos. Era un hecho
comprobado, los matrimonios entre las personas como Jared y las chicas como
Evangeline no funcionaban. Misma clase social, diferentes estilos de vida
solían excusarse con sonrisas falsas. Los negocios eran otra cuestión, por eso
un acuerdo como el de George y Jared era casi imposible de mantener en secreto
por mucho tiempo. Ellos eran hombres de negocios y él quería su vida de vuelta,
cuando tuviera un papel asegurándole que tendría la vida que merecía, la de un
rey, el mocoso podría regresar a los brazos de su madre. El dinero que le dio Raúl
solo le sirvió para pagarle a los que le estaban ayudando y algunas de las
tantas deudas de Amélie. Ella era una zorra que se metía con las personas
equivocadas, por tanto siempre estaba en problemas.
El
auto se detuvo y Dominic casi se cae del asiento, Gustave lo sacó y lo dejó en
el piso, agarrándole la mano sin piedad para evitar que escapara. Dominic
intentó darle una patada en la pierna, sabía cuánto dolía, pero Gustave estaba
prevenido después del mordisco, lo empujó hasta una habitación que olía a
cerveza y cigarrillo.
—¿Por
qué haces esto? —inquirió el niño en un sollozo. Al ver que no contestaba
volteó hacia Amélie—. Anthony jamás te lo perdonará —balbuceó cogiéndole la
manga y dándole jalones desesperados.
—Vigílalo
—ordenó Gustave y escucharon un portazo.
No
era lo mismo que se lo llevara un extraño a que George mandara por él, siempre
enviaba a André, con él podía ver a su mamá cuando quisiera o al menos tenía la
seguridad de que volvería a su lado pronto.
—Anthony
jamás debió perdonarme todas las veces anteriores —replicó limpiándose las
lágrimas al tiempo que se deslizaba por la pared. Dom sintió que su corazón se
hundía, deseó que su madre lo abrazara, que Jared lo despeinara, que George le
lanzara esa mirada que no se decidía entre el orgullo y la consternación.
Quería irse a casa.
Anthony
se quedó perplejo al ver a Raúl. La corbata le colgaba floja alrededor del
cuello, tenía el cabello despeinado y solo las arrugas en la frente delataban
lo preocupado que estaba.
—Habrá
que llevarte a un hospital —proclamó haciendo una mueca y lo ayudó a llegar
hasta el auto.
—No,
antes hay que decirle a Jared que se llevaron a Dominic —protestó sentándose.
Raúl le tendió un pañuelo y le indicó que hiciera presión en la herida de la
cabeza—. Nunca debí confiar en Amélie —susurró pasándose la mano por el
cabello, estaba húmedo y pegajoso.
—No
debiste —confirmó Raúl manteniendo las manos fijas sobre el volante—. Evangeline
ya está al tanto, Paloma se quedó tratando de calmarla. —Anthony se hundió en
el asiento, si Evangeline lo sabía, su mejor amigo igual—. Jared me pidió que
te dijera que no te odiaba, que la culpa era enteramente de Amélie. —Su amigo
podía pensar eso, pero él no creía lo mismo—. En cuanto a Dominic —suspiró
apretando las manos sobre el volante hasta que los nudillos se le pusieron
blancos—, estará bien. George no está feliz a menos que tenga las cosas bajo
control, desde que Dom nació ha mantenido a Gustave vigilado, doblemente cuando
se enteró de su regreso.
—Eso
no quita que logró llevárselo.
Raúl
negó con la cabeza.
—Odio
los métodos de George. Después de que consiga lo que quiere no le importa lo
que se sacrifica en el medio. —Anthony tragó saliva y esperó a que continuara. Teniendo
en cuenta que el anciano obligó a su hija a casarse ¿qué más no haría?—. Te aseguro
que Dom regresará a casa —masculló lanzándole una mirada comprensiva—, solo que
a George le da igual si el niño está asustado o no. Deseaba que Gustave
estuviera en la cárcel por meterse con su familia, ahora puede acusarlo de
secuestro.
Raúl
esperó pacientemente hasta que los atendieron en el hospital, como Anthony
trabajaba ahí no fue demasiada la tardanza, después de asegurarse que estaría
bien se disculpó y se fue con la promesa de llamarlo para informarle cómo
terminó todo.
2 Plumas:
Ooohhh, ¡se termina! Sabía que Gustave no quería quedarse con Dom porque de pronto se había despertado en él su parte paternalista. Dinero y más dinero... espero ver como se las arregla George para sacara Dominic de allí.
Un beso y hasta el miércoles.
PD. No he encontrado muchas faltas ^^
Hola :D que emocion, pobre Anthony. A Gustave le ira muy mal ahora, creyo que les sacaria dinero tan facil, se lo merese.
Lastima que ya este por terminar.
Hasta el proximo capi :D
Publicar un comentario