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miércoles, 20 de julio de 2011

Capítulo 6: Pequeña visita

Anthony se movía entre la pista para esquivar las parejas, Jared le seguía de cerca, con la suficiente distancia para ver que su mejor amigo iba a la barra, había posado sus ojos en dos rubias esculturales de largas piernas que eran imposibles de ocultar con las pequeñas faldas que les llegaban a mitad del muslo.

Él se deslizó en el taburete.

—Hola, preciosas. —Las chicas lo estudiaron con la mirada y sonriendo con coquetería, subiendo y bajando las largas pestañas llenas de rímel. Anthony se presentó, inclinándose hacia ellas con aquella sonrisa de medio lado que le había visto usar miles de veces. Cuando Jared llegó se alejó un poco de él, su amigo le hizo un gesto de mano para que se acercara—. Jared, ellas son Amélie y Caroline. Él es Jared, un antipático obsesionado del trabajo y necesita relajarse. —Jared frunció el ceño y los ojos de Anthony destellaron. Amélie le dirigió una sonrisa y lo recorrió con una mirada—. ¿Qué dices si vamos a bailar? —murmuró Anthony a Caroline con voz seductora, ella aceptó y los dejaron solos. Amélie cruzó las piernas hacia el otro lado y lo miró al tiempo que se llevaba la bebida a la boca.

—¿No me invitas a bailar? —preguntó tomando un sorbo.

Suspiró y le tendió una mano. La chica dejó la bebida a un lado y le cogió la mano. Ambos se dirigieron a la pista de baile moviéndose al compás de la música.

***

—Jared, arriba, es hora de que te vayas. —Su amigo emitió un gemido de protesta y se enredó en las sábanas.

Anthony se rió con maldad, a pesar de las protestas de Jared logró convencerlo de tomar un trago, al que lo siguió otro y luego otro...

Suspiró, había sido una noche genial, aunque su amigo no pensara lo mismo. Tiró de las sábanas y le lanzó un vaso de agua a la cara. Jared abrió los ojos asustado y se levantó como un autómata.

—Idiota —gruñó de mala gana fulminándolo con la mirada. Anthony le tendió una taza de café con una sonrisa de oreja a oreja—. Gracias —balbuceó y sentó en la cama a tomarla.

—De nada. Por cierto tienes como diez minutos para ir a tu departamento, cambiarte e ir a la empresa… —comentó apoyándose en la puerta. Jared escupió el café, miró el reloj de su muñeca, formuló una maldición antes de empezar a vestirse. Anthony observaba como se trababa para abotonar la camisa, trataba de contener su risa. Jared le frunció el ceño y se apresuró a salir, le dio un puñetazo en el hombro.

—Buena suerte deshaciéndote de la chica —exclamó cuando pasó por la puerta de la habitación de su amigo y entre el pequeño espacio se notaba la parte de un brassier. Anthony rió cuando escuchó el portazo.

Negando con la cabeza fue por otra taza de café.

***

—Buenos días, Jared —saludó su secretaria, Cécile, en cuanto lo vio—. Se le ha hecho un poco tarde —comentó con una sonrisa. Jared sonrió.

Su secretaria era una mujer de casi cincuenta años, de los cuales gran parte había sido secretaria de su padre.

—Buenos días —contestó abriendo la puerta de su oficina.

—Por cierto, Jared… Tiene una pequeña visita —murmuró.

Jared la observó confundido. Miró su oficina y la silla que solían ocupar socios o Anthony cuando quería molestarlo dio la vuelta.

—¿Dominic? —balbuceó incrédulo. La secretaria se levantó y lo observó desde la puerta. Aquel niño había llegado solo hasta el último piso sin que nadie prestara mayor atención, exigiendo hablar con Jared. Ella intentó hablar con él y sacarle el nombre o el teléfono de su madre, el infante se había negado rotundamente a hablar y al ver su determinación lo dejó en la oficina de su jefe—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado? ¿Dónde está tu madre? —preguntó atropelladamente. El niño lo observó extrañamente serio, todo lo serio que se podía ser mientras sostenía un conejo de peluche en la mano, se deslizó en el asiento hasta tocar el suelo.

—Quería hablar contigo —respondió apretando el peluche—. Mamá no sabe que estoy aquí y no es buena idea decírselo considerando que se ha pasado los últimos días maldiciendo a George.

La secretaria alzó una ceja. Jared suspiró, cargó al niño y lo sentó en el sofá que estaba contra la pared, donde se encontraba una mochila roja que debía ser del niño.

—Cécile, ¿podrías traerme un café, por favor?—pidió, ya que no había podido desayunar decentemente en casa de su amigo—. Y leche con chocolate para Dom. ¿Ésa es tu favorita, cierto? —El infante asintió silenciosamente dejando el muñeco a un lado.

—En un momento —replicó la secretaria y se fue.

—Lo sé todo. George me dijo que te ofreció un trato en el que debes casarte con mi mamá —murmuró el pequeño yendo al grano. Jared se quedó con la boca abierta, Dom no tenía ni idea sobre ser sutil, pero aquello no era lo que le sorprendía, sino el hecho de que George se lo dijera al niño. ¿Acaso eso sería una maniobra para chantajearlo?—. ¿Vas a aceptar? —preguntó con la cara aún más seria.

—Dom, eres un niño. George no tenía por qué decirte esas cosas, no es un tema del que debas preocuparte —musitó acariciándole el cabello. Dom le apartó la mano y frunció el ceño.

—Eso dicen siempre los adultos cuando no quieren responder algo —protestó. Cécile entró y les dejó las bebidas, se fue luego de recibir las gracias. Dominic bebió de su vaso al ver que Jared no quería contestarle—. Mamá te odiaría si aceptaras… —susurró con un tinte triste—. A mí me gustaría, eres genial y así tendría un papá. ¡Pero no tienes por qué sentirte comprometido! —balbuceó apurado cuando Jared iba a decir algo—. Entendería si no quieres. Después de todo ¿quién iba a querer a una mujer con un hijo pequeño? —susurró con los ojos aguados. El niño se mordió el labio para no llorar. Jared maldijo a George mil veces por ponerlo en aquella situación—. Yo solo quería decirte que no tienes que sentirte mal por rechazar el trato, eres una de esas personas con demasiada conciencia y por eso él se está aprovechando de ti… —No podía creer que un niño con bigote de leche le estuviera diciendo eso.

Se quedo observándolo. Hasta aquel pequeño se había dado cuenta de lo que Anthony llevaba diciéndole durante años. Las palabras de su amigo resonaban en su cabeza.

«Sí sigues pensado tanto las cosas, en las demás personas, Jared, un día de estos se aprovecharan de ti. No es malo ser buena persona, pero en serio te pasas. De igual forma, siempre estaré yo para llevarte al lado oscuro».

—Igual solo quería decirte —suspiró Dominic—. Gracias por escucharme y por la leche de chocolate. —Se bajó, cogió su peluche y lo guardó en la mochila.

—¿Cómo llegaste aquí, Dom? ¿Cómo sabías que aquí estaba mi oficina? —inquirió.

—Una vez vine con George, me quedé en el auto —aclaró—. Y llegué solo, me escapé del cole, no es muy difícil si sabes usar la distracción correcta. —Dominic se encogió de hombros como si aquello no tuviera mayor importancia—. En todo caso será mejor que me vaya tengo que volver al colegio…

—Jared, ya llegaron los de tu reunión de las once —dijo su secretaria por el teléfono.

—Espera. —Lo cogió por el hombro al ver que el niño empezaba a caminar a la salida ¿vendrán a recogerte?

—No.

—Quédate aquí —ordenó sacando el celular. Buscó el número y marcó, esperando que le contestaran—. Hola, Raúl… —Dominic frunció el ceño, si él quería que Raúl lo recogiera lo habría llamado—. Llamaba exactamente por eso, Dominic está en mi oficina… Oh, está bien… No te preocupes. No hay problema… Adiós —colgó dando un suspiró

—Yo quería ir al colegio, ahora ya no podré ir —protestó cruzándose de brazos—. En todo caso puedes irte a tu reunión y dejarme aquí, ya estoy acostumbrado —susurró sacando un cuaderno y lápices de colores y se sentó en el suelo a dibujar.

—Puedes pedirle lo que quieras a Cécile —dijo antes de salir. Dominic siguió dibujando como si nada.

1 Plumas:

Eli dijo...

Oooohhh, este capitulo ha sido genial, pobre Dom, ¡es tan mono! Y pobre Jared, menudo pillo tiene por amigo:) Estoy ansiosa por otro capitulo, la historia es cada vez mejor!!!

Besos

 

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