La gripe de Aranel había empeorado, Christopher estaba desesperado, pero no podía hacer nada porque decidió dejarla tranquila.
—Voy al baño —balbuceó David sintiéndose extraño, se levantó y Christopher no protestó.
Siguió sus instintos y se dio cuenta de que la presencia que sentía provenía de la habitación de Aranel, entró sin ningún escrúpulo y fijó su vista en la esquina al otro lado de la habitación.
Susurrando unas palabras en un idioma extraño el viento se manifestó en aquella esquina dejando vislumbrar una presencia fantasmal. Un espíritu, no era peligroso, todo lo contrario, era noble y bondadoso, aun así no bajó la guardia y musitó:
—¿Qué buscas?
Él sonrió y señaló la cama, donde dormía Aranel con una expresión torturada.
Se fijó mejor en él cuando escuchó un “Debía asegurarme que estaba bien”. Un susurro lejano, pero sabía que provenía del espíritu que se acercó a paso lento y suave con cierto temor hasta la chica y rozó su mano sutilmente contra la mejilla.
—Bryan… —tartamudeó Christopher—. No debes estar aquí, vete, puedo cuidarla.
El joven puso una expresión contrita, no debía de tener más de diecinueve años, el cabello de color miel caía sobre su rostro y unos ojos verdes que lo observaban con curiosidad, pero se volvieron a Aranel y besó su frente que de inmediato cambió su expresión por una mucho más pacífica.
—Nunca he dudado de tus capacidades, no te lo hubiera confiado si no fuera así, pero deseaba verlas, ahora que lo he hecho me marchare, nos veremos pronto —dijo y desapareció esbozando una sonrisa misteriosa que le recordó a alguien más, y el viento pareció haber traído un murmullo cuando escucharon—. Me encantó conocerte.
Christopher observó a David lúcido, no se esperaba que Bryan apareciera. Desde el año pasado que no lo veía, cuando Aranel estuvo en el hospital.
—¿Qué hace este idiota aquí? —interrogó la chica frotándose los ojos y se levantó de la cama enarcando una ceja, ellos no se movieron de su lugar—. No sé si se han dado cuenta, pero ésta es mi habitación —dijo enfadada y los empujó hacia fuera.
—Ella es un encanto incluso cuando se despierta —musitó con burla—. ¿Quién era ese chico?
—Nadie importante —contestó con una expresión melancólica.
Aranel salió de la habitación con su ropa normal y los vio a ambos.
—No estorben, me voy a trabajar —anunció rápido antes de que Christopher le preguntara—. No, ya estoy bien y he faltado mucho —replicó de mal genio cuando estaba a punto decirle algo.
—Déjame hablar —protestó cruzándose de brazos.
—No tiene caso porque sé lo que dirás —replicó con indiferencia y se fue.
Aranel estaba en su turno normal, corriendo de un lado a otro con los pedidos.
—¿Qué desea? —interrogó con gesto monótono y aburrido sin levantar su vista de la libreta.
—Hola, Nel —musitó el chico de la mesa y lo observó, la boca se le quedó seca y se le formó un nudo en la garganta al darse cuenta de quién era.
Un par de hipnóticos ojos color chocolate la tenían clavada, los reconocía de cuando fue a la secundaria, aquella época en que todo era mejor, cuando Bryan le había prohibido en rotundo a acercarse aquel chico, ella no dudó ni un momento en obedecerle, porque sabía que no le pediría algo así si no lo creyera necesario.
Bryan había sido un idiota siempre, distraído y olvidadizo, pero tenía como un sexto sentido para el peligro y Erika lo heredó.
—Parece que te has olvidado de mí —susurró decepcionado, pero la sonrisa ladeada que lucía lo desacreditaba—. Soy Alejandro y estaba contigo en clase de química —asintió con la cabeza y sintió escalofrío cuando rozó los dedos de su mano, la apartó de inmediato.
—Disculpa, tengo que regresar a mi trabajo si no pedirás nada —balbuceó recuperando la voz.
—Ah, vale. Pues quiero un pastel y coca cola —pidió apoyándose en la mesa. Ella asintió como una autómata y se fue.
Alejandro sonrió de medio lado, cambió mucho en aquellos años y ahora el tonto hermano no estaba para defenderla.
Aranel le llevó el pedido, no era una chica cobarde y nunca lo sería.
—Gracias —susurró con una ligera sonrisa—. ¿Quieres salir conmigo esta noche? —interrogó de repente, se había levantado y le sostenía por el brazo, tomó uno de los mechones de su cabello y lo enredaba entre sus dedos.
—No puedo, mañana trabajo —balbuceó nerviosa e intento zafarse.
—Eso puede arreglarse fácil —contestó contra sus labios.
—Aranel… —La soltó de inmediato y casi cae al suelo. Christopher apareció de la nada, tomó el otro brazo de la chica y la jaló para abrazarla de forma protectora.
—Bueno, debo irme —musitó Alejandro, dejó el dinero sobre la mesa y se fue a paso lento y silencioso, volvió la mirada un momento y desapareció entre el gentío de la calle.
—Ese tipo no me agrada —farfulló David a sus espaldas.
—A mí tampoco me agradó nunca, pero Bryan siempre fue exagerado y sigiloso cuando se trababa de él. No sé qué hace tras Nel.
Erika intentaba hacer su tarea por todos los medios, pero mordía el borrador del lápiz con nerviosismo. ¿Cuánto tiempo más tendría que estar atrapada en aquella casa? Dio un largo suspiro y se concentró al máximo en sus deberes.
—Deberías irte de una buena vez, te castigarán si te ven tanto tiempo acá —murmuró a sus espaldas.
—Pero…
—¡¡Vete de una buena vez!! —ordenó la niña con molestia y se cruzó de brazos con enfado observando al espíritu que tenía su mismo color de ojos.
—Cuídate y a…
—No necesito que me lo digas, sé lo que debo hacer y quién será la más afectada en todo esto, David nunca debió venir a buscarla, pero me encargaré personalmente que no la encuentre. Aranel es mi hermana, ahora me preocupa que Alejandro quiera… —Bryan le besó la mejilla cortando todas sus palabras y consiguiendo que la sangre se agolpara en sus mejillas.
—Sé que cumplirás y cuidarás a Nel.
—Gracias por confiar en mí —dijo con una sonrisa.
Bryan, más que su hermano mayor, había sido su héroe en la infancia, siempre la cuidó aunque a veces hacía tratos con Aranel para escaparse y salir un rato con sus amigos.
1 Plumas:
woowww! me dejste impactada. que onda ese alejandro? quien es? una vez mas me has dejado con ganas de mas.Me encantooo el capitulo! :)
publica pronto que andes bien,besos.
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