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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Capítulo 10: Todos tenemos una historia que contar

Erika correteaba por el parque ante la atenta mirada de Aranel, su hermanita era loca y se dedicaba a jugar en los columpios, elevándose lo más alto que podía y haciendo concursos con los otros niños.

—¡¡Nel, Nel!! —exclamó con una enorme sonrisa y le mostró el bicho que traía entre sus manos. Hizo un gesto de asco, nunca entendió la fascinación de los niños por los insectos, aquello parecía un escarabajo negro y feo, desde su punto de vista.

—Bótalo —dijo con fastidio. Erika la miró con los ojos a puntos de derramar lágrimas. Ella frunció más el ceño ante eso.

La niña sabía que aquello no funcionaba con ella. La figurita infantil rodó los ojos y soltó el bicho.

—Quiero helado, vamos al centro comercial —musitó y dio media vuelta, pero se volvió al darse cuenta que su hermana mayor no la seguía. De hecho tenía los brazos cruzados sobre el pecho y una cara que decía claramente «¿quién te crees?”» . Puso sus ojitos de cachorro.

—Con Bryan sí funcionaba —bufó cuando Aranel tomó su mano.

—Bryan era despistado y descuidado —gruñó.

Erika empezó a dar saltitos mientras caminaba a su lado, sabía que luego de lo que dijo su hermana estaba molesta con ella, más que molesta nostálgica, sabía que hería sus sentimientos cada vez que mencionaba a su hermano o padres de la nada. Pero lo único que quería era a su hermana de vuelta, no es que antes sonriera o hablara más, pero hacía lo que le gustaba.

Arrugó la nariz pensativamente, pero su hermana le dio un helado de fresa y tuvo que esbozar una enorme sonrisa.

—Gracias —dijo y comenzaron a caminar por las tiendas.

Erika hablaba hasta por los codos y era feliz porque su hermana tenía su atención exclusiva. Luego de la muerte de sus padres Aranel era lo único que tenía, bueno Christopher también contaba, defendió a su hermana y le dio una casa, pero hasta que ella no cumpliera los dieciocho era imposible que se la llevara, sólo esperaba el momento justo…

—Ésa es Mailen —exclamó Erika y corrió hacia ella—. ¿Por qué tan sola? —interrogó con una mirada pícara y miró a los lados para saber si estaba con alguien, al no ver a nadie tomó su mano.

—Hola, Aranel. ¿Cómo les va? —preguntó.

—A nosotras bien, pero tú estás muy sola, ¿por qué nunca estás con David? Es tu hermano —comentó inocentemente.

—Historia complicada —respondió tratando de evitar el tema, pero Erika era una niña muy curiosa y continuó haciendo comentarios y hablando sin parar para presionarla, ni modo de escapar, era una niña demasiado inteligente.

Aranel intentó por todos los medios que su hermana parara, veía el gesto frustrado de Mailen y la verdad de que no quería responder. Finalmente cedió y se dispuso a contar la historia.

—Todo comenzó cuando yo tenía siete años, estábamos en el parque —relató y comenzó a perderse en los recuerdos.



La pequeña jugaba en la caja de arena, quería hacer un castillo, era una tarea difícil considerando que tenía muy poca agua y se desmoronaba.

Un niño más grande le dio una patada al castillo.

—No molestes a mi hermana, abusivo —gruñó David.

—Yo hago lo que me dé la gana —dijo y volvió a empujar a Mailen, que comenzó a llorar por el golpe. David se le tiró encima como si fuera un león, empezó a darle golpes sin parar hasta que su hermanita menor le pidió parara. El otro niño se fue corriendo mientras lloraba.

—¿Estás bien? —preguntó dulcemente ayudándola a levantarse.

—Sí, pero no me gusta que pelees. Pueden herirte —le dijo sollozando y frotó los parpados para apartar las lágrimas.

—No te preocupes estoy bi…

Cayó al piso de rodillas y empezó a sostenerse la cabeza. Le dolía al tiempo que miles de recuerdos se acumulaban en una perfecta secuencia. No entendía nada de qué era lo que veía y por qué le dolía observarlo. Una tristeza creció en su interior cuando una imagen pasó rápida como una flecha, una chica en brazos de alguien ¿sus brazos?

Ella estaba bañada en sangre y él le pedía que se quedara, que no lo abandonara, respondía que todo iba a estar bien y que fuera feliz, incluso le sonreía, pero su sonrisa era triste y el brillo en sus ojos se apagaba, como el de alguien que pierde la vida… Se desmayó, aún con aquella imagen en su mente.

Abrió sus ojos con pesadez. ¿Cuánto tiempo había dormido? Se encontró con el techo blando del hospital, movió un poco su mano y se dio cuenta que había alguien a su lado, Mailen, que lo miraba con su ojos muy abiertos, llenos de preocupación y culpabilidad.

—¿Cómo te sientes? —Se animó la pequeña a preguntar. La miró confundido.

—Tu mirada… Es igual a la de ella… —susurró.

—¿Quién? —preguntó curiosa sentándose en la cama

—Los de ella. Ca… —Sacudió su cabeza, era imposible que fuera ella—. No importa. —La observó fijamente y frunció el ceño—. Mailen, de ahora en adelante, deberás defenderte tú sola, yo debo encontrarla a ella, así que ya no podré cuidarte —habló decidido.



Revolvió el contenido de su vaso mientras caminaban cuando terminó de relatar.

David había cumplido su promesa, se olvidó casi por completo de ella y aquellas tardes que pasaron juntos cuando la defendía. Desde de aquel día apenas si veía a su hermano, comenzó a irle mal, ella era una niña muy dependiente y cuando dejó de ayudarle fue en picada hasta que finalmente la enviaron con sus tíos como castigo, aunque claro que vivía mucho mejor con ellos y cuando Christopher fue a la universidad se mudó, eso era mejor que volver a vivir con sus padres.

—Me pregunto si mi hermano habrá encontrado lo que buscaba —musitó encogiéndose de hombros. Erika prefirió callarse, era obvio que David no la iba a encontrar, ella misma se encargaría de eso mientras cuidara de su hermana, así que bailoteó entre las plantas.

—Es una historia triste —comentó con inocencia—. Es una lástima que a veces las personas no sepan apreciar lo que tienen, claro que ni se ha dado cuenta que perdió, está perdido. Igual, todos en algún momento debemos aprender la lección —susurró logrando causarle un escalofríos a su hermana, le parecía extraña su forma de comportarse, como cuando su hermano decía cosas que no venían al caso, sólo que Erika era mucho más atenta a lo que estaba a su alrededor.

1 Plumas:

tres de tres dijo...

me encanta!!!!!!! estoy enganchadisima a tu historia =) un besooo =D

 

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