Jared le puso el pijama a Dominic
tratando de no despertarlo, el pequeño estaba profundamente dormido antes de
llegar a la ciudad, al igual que Luc después de pasarse todo el camino jugando,
sin embargo antes de que se quedara completamente dormido su sobrino protestó y
le hizo prometer a Jared que irían el próximo domingo a cenar.
Su hermana y su cuñado poseían
una bonita casa cerca de su padre, la cual estaba siendo remodelada provocando
que ellos vivieran con Leandro, claro que por fin les sería entregada esa misma
semana.
Evangeline le dio un beso en la
frente a su hijo, se aseguró de que estuviera bien arropado antes de retirarse
de la habitación.
—Hice que movieran tus cosas a mi
habitación —dijo Jared en cuanto estuvieron afuera. Evangeline se volvió a
mirarlo muy lentamente, después de aquella semana creía que ella confiaría un
poco más en él, pero la manera en que lo fulminó con la mirada dejaba en claro
que no estaba para nada feliz con la decisión—. Somos esposos, solo
compartiremos la cama —gruñó porque había notado que era la única forma en que
ella escuchaba a alguien más—. Yo jamás te obligaría a hacer algo que no quieres
—musitó y ella le dirigió una mirada insegura. Finalmente se fue a la habitación
que ahora era de ambos sin protestar. Jared la siguió.
Evangeline analizó todo antes de
ponerse a revolver los cajones en busca de su ropa, ella nunca se atrevió a
entrar, aunque Dominic más de una vez se deslizó en su habitación después de
tener una pesadilla. Jared frunció el ceño al escuchar el timbre de la casa,
era tarde y había empezado a caer una ligera llovizna que obligaría a cualquier
miembro del barrio mantenerse alejado de las calles.
Miró por la ventana antes de
abrir la puerta y empezar a soltar palabrotas.
Anthony estaba apoyado a duras
penas en el hombro de Amelié, la camiseta negra de seda estaba rasgada y
manchada, el pantalón no estaba en mejor estado, el ojo empezaba a ponerse
morado, tenía sangre en la sien y un montón de arañazos en la cara. Jared lo
ayudó a llegar hasta el sofá antes de arrodillarse frente a él y empezar a
examinar las heridas. Evangeline se apresuró al baño en busca del botiquín de
primeros auxilios.
—Esto es tú culpa ¿verdad?
—preguntó a Amelié. Ella le observó con una expresión angustiada y rota. Era
claro porque Anthony estaba «estupidizado» por ella. Amelié con su cabello rubio, la piel tan
pálida y aquellos ojos azules obtenía la imagen de una muñeca. Pero era una
muñeca engañosa y traidora, a ella no le importaba irse con cualquiera que
tuviera dinero, ni siquiera tenía que acostarse con ellos para conseguir lo que
quería, pero más de una vez Anthony la sacó de problemas por meterse con la persona
equivocada, siempre era él quien terminaba mal—. Siempre estas cosas son tu
culpa —exclamó furioso—. Siempre lo estás metiendo en tus problemas.
—No las regañes, estoy lo
suficiente grande como para tomar mis decisiones…
—Cállate —cortó Jared con mal
genio. Cogió la caja de primeros auxilios que le tendía Evangeline, sacó el
alcohol y mojó el algodón con él—. Eres un imbécil. Si fueras tan grande como
dices te alejarías de ella por tu bien. —Anthony emitió un quejido cuando Jared
presionó con más fuerza de la necesaria sus heridas.
—Menos mal que yo soy el doctor
—protestó.
—Vas a tener que pagar la
limpieza del sofá —replicó fulminándolo con la mirada.
—No me hagas eso, tengo que
reponer todo lo de mi casa —bufó haciendo muecas por el dolor.
—¿Qué le pasó a tu casa?
—inquirió dirigiéndole otra mirada de reproche a Amelié, tenía el maquillaje
corrido por las lágrimas y la lluvia, pero eso le daba una apariencia de muñeca
rota con la que engatusaba a cualquiera, a todos menos a Jared.
—Fue destruida, también mi auto.
Tengo que llamar al seguro —suspiró derrotado.
Jared fulminó con la mirada a
Amelié.
—Entonces tendrán que quedarse
aquí —murmuró Evangeline. Jared hizo una mueca, porque sabía que aquello
incluiría a Amelié, a él le gustaría que ella estuviera bien lejos de su
familia. Anthony era parte de su familia—. Ven, te prestaré algo de ropa.
Evangeline le hizo un gesto de
mano para que la siguiera, Jared ayudó a Anthony a levantarse, su mejor amigo
se apoyó en las paredes hasta llegar al baño, se encerró para quitarse toda la
mugre y terminar de limpiar los cortes que tenía en el resto del cuerpo.
Dominic salió de su habitación
frotándose los ojos, se chocó contra la mesita del pasillo aún medio dormido,
ni siquiera el golpe de su pie contra las patas de la cama lo había despertado
completamente. Abrió la puerta de la habitación de su madre y se tiró encima de
la cama, sin fijarse que había dos cuerpos en vez de uno.
Un chillido horroroso le perforó
los oídos, el estruendo de un cuerpo cayendo al suelo. Gritos, chillidos,
quejas, insultos, pasos… La puerta estrellándose contra la pared.
—¿Qué rayos pasa? —reclamó Jared
enojado. Anthony seguía refunfuñando, Amelié gritando y Dominic se tapaba las
orejas con las manos completamente confundido—. ¡Deja de gritar! —exclamó entre
irritado y alterado. Amelié se calló, Anthony se sentó en la cama adolorido,
todos sus músculos protestaban.
—Lo siento —balbuceó Dominic—. Yo
no quería… pensé que…
—¿Y tú quién eres, niñito? —Amelié
se ganó a una mirada fulminante por parte de Jared. Ella no quería que su voz
sonara como lo hizo, pero era imposible porque acaba de levantarse con un susto
de muerte, después de haber pasado la noche medio en vela cuidando que Anthony
no se lastimara más.
—¡Mi hijo! —declaró furioso—.
Anthony colócate una camiseta antes de bajar —ordenó. Cargó a Dominic y lo sacó
de la habitación. Amelié apretó los labios, los ojos se lo colocaron vidriosos
cuando observó a Anthony.
—Yo creí que mamá estaba ahí. —Escucharon
musitar a Dominic antes de que los pasos en la escalera resonaran.
—Bueno. Si Jared no te quería
antes, ahora creo que te odia —bostezó sin el menor interés. Se movió con
lentitud hacia la esquina, arrastrando los pies. Tenía moretones en la espalda
y el pecho, cogió una camisa doblaba que estaba en la silla y se dirigió a la
puerta—. ¿Te vas a quedar ahí toda la mañana? —inquirió.
—Tal vez sería mejor que yo me
vaya —musitó con la voz rota.
—¿Por Jared? Se le pasará, solo
odia por ratos —aseguró—. Te metiste con su niño recién estrenado —comentó
soltando una sonrisa torcida. Se movió perezosamente hasta las escaleras.
Amelié caminó tras él, Dominic
estaba sentado en el sillón grande viendo caricaturas, Anthony se sentó a su
lado y le revolvió el cabello.
Jared le ayudó a Evangeline a
salir del taxi. Después de un mes del viaje y la golpiza de Anthony, su mejor
amigo volvía a las andadas de la mano de Amelié, ambos coqueteaban, reían y se
deslizaban por la pista. Vivían en el antiguo departamento de Jared hasta que
los problemas con el seguro de Anthony se resolvieran.
Evangeline estaba visiblemente
nerviosa, Dom se había quedado en casa de Suzanne. Ella nunca lo dejó con nadie
aparte de Paloma, mucho menos para ir a una discoteca, pero ahí estaba con
Jared que permitió que su mejor amigo los engatusara a ambos. Anthony se abrió
paso entre las personas, le tendió una copa a cada uno, con aquella sonrisa
torcida que no presagiaba nada bueno.
—¡Vamos, es hora de la fiesta!
—burló sacudiendo la cabeza. Al ver que ninguno de los dos se dignaba a ceder
colocó los ojos en blanco y tomó un poco de su propia copa—. Miedosos —protestó
indignado. Se movió al ritmo de la música, sí, aquel era el llamado, pero
Anthony no iba a atender hasta que los dos bebieran un poquito.
Evangeline miró la inocente copa
en su mano, ella jamás tomaba, excepto por el vino y la champaña que siempre
ofrecían en las fiestas a las que su padre la obligaba a asistir. Tomó un
sorbito, el calor se deslizó por su garganta, no reconocía la bebida, bebió
otro poquito. Anthony le dio una sonrisa satisfecha antes de mirar a Jared.
—¿Vas a dejar que tu esposa te
gane, Jared? —interrogó arrastrando las palabras, aquello era un reto, Jared no
pensaba caer, no, alguien debía mantenerse cuerdo—. Aquello no se ve bien
¿sabes? —Anthony siguió pinchándolo, empujándolo despacio hasta el borde.
Hasta ese abismo en el que Jared
accedía a sus deseos, no importaba cuantas veces se cayera volvía a hacerlo.
Tal vez eso era lo que lo unía a Anthony.
Jared suspiró, llevo la copa
hasta su boca y tragó. Anthony se deslizó entre los cuerpos, cogió a Amelié y
se contonearon al mismo ritmo.
Nada malo podía pasar ¿verdad?
1 Plumas:
Jaja, me encanta Anthoy pero eso de "nada malo puede pasar" no sé que puede presagiar. ¿Por qué Anthony recibió una golpiza y por qué perdió sus cosas? Me ha gustado la escena con Dom, como siempre y ahora sí que se ve como Evangeline empieza a ceder.
Ha sido un bonito capitulo, Un beso y hasta el miércoles.
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